Adecap está a punto de cumplir sus bodas de plata y puede ser un buen momento para mirar el camino andado y el que queda. Mucho ha llovido desde aquella pionera feria eibarresa, ???Armerixia???, en la que se presentaron un puñado de armeros inquietos con ganas de cambiar las cosas. Y claro que lo hicieron: unas federaciones añejas, inertes, alejadas del cazador de a pie, mientras otros querían prohibir la caza en Euskadi a través de una moratoria que nunca llegaría gracias a Adecap. Una manifestación en Donostia y posteriormente en Madrid, promovida por su presidente, Juan Antonio Sarasketa y la RFEC, como no se recuerda, fueron grandes aldabonazos en público. Adecap se convertía en el referente de la caza y la pesca en Euskadi, gracias al trabajo del día a día, hablando, escuchando a la gente, palpando sus necesidades, con la gente de a pie, sus inquietudes. Reuniones, muchas reuniones, con unos y otros, antes de reivindicar.
No ha habido consejería ni departamento de Agricultura, ni partido político, que no haya tenido reuniones con Adecap. Mejores, o no tanto. Logros, unos cuantos, y los que aún quedan. La contrapasa, hasta que un Tribunal Superior de Justicia la paró, el envenenamiento de los campos que ahora ve la luz, y la defensa de la caza racional y moderna desde los medios de comunicación, una tarea larga pero que poco a poco va mostrando sus frutos, dentro y fuera del colectivo. Todo de una forma altruista, generosa, exigente, trabajadora, sin otro horizonte que el beneficio de los cazadores de nuestra tierra, humildes, esforzados, leales. Y que una vez al año celebran su fiesta particular en un ejemplo modélico de reivindicación.
Mientras tanto, por el camino, han ido surgiendo otro tipo de personajes -dentro y fuera del mundo de la caza- que, mientras Adecap movía el árbol, se ocupaban de recoger los frutos. Muy distinto al altruismo de Adecap buscando el beneficio general y aceptando los ingentes costes que supone afrontar sus tareas.
Las tareas de Adecap, veinticinco años después, siguen siendo nítidas: defender al colectivo de cazadores allá donde se le necesite. En los municipios, diputaciones y gobiernos -ya sean vascos o españoles- , en la calle o desde los medios de comunicación, en los locales de sociedades o en lustrosos despachos. También con una nueva remesa de jóvenes capaces y capacitados para mantener esa antorcha latente. Porque Adecap promulga un cazador moderno, acorde a los tiempos, generoso, trabajador y respetuoso como una parte fundamental más del medio ambiente en que vivimos. Y por eso le queda aún mucho trabajo por delante.