Como se preveía después de los avistamientos en el momento del paso de las cosechadoras la desveda en general ha sido pobre, muy triste en cuanto a capturas se refiere. Por estas fechas conviene buscar a las codornices cuanto más al norte peninsular mejor, en las zonas altas y frescas, las últimas en cosechar.
Codornices que con el aguazo mañanero a falta de riachuelos o acequias les es suficiente para subsistir. De ahí que para que haya codornices en los páramos es significativo observar al amanecer si las botas se humedecen. Otro dato favorable son las pequeñas piezas de cereal con linderos y rastrojera alta.
Algunos aficionados sin serlo se creen adelantados en esta práctica. Cazar las cazan y cuelgan perchas cuando abundan, aunque algunos no distingan un campo de trigo de uno de cebada. Arrancan a cazar como si a perdices se tratara, levantando más polvareda en el rastrojo que un rebaño de ovejas. Otros, normalmente gente del lugar, llevan una mano de seis personas y 12 perros alocados y corriendo a 100 metros. Mal, equivocan cazar con colgar.
Dice el tópico que para la codorniz perro viejo y cazador cojo. Despacito, revisando y cortando bien las zonas querenciosas. Insistiendo donde el perro se picó, cara al viento, animándole y dándole agua en la palma de la mano. Se lo agradecerá. Lo dará todo a cambio de una caricia. Sin su concurso más vale volver al coche. Cuando las ponga, acercarse lo máximo, sin prisas, con el sol de espaldas y el viento de cara. Contando hasta tres antes de doblar el dedo índice. Para no tener problemas a la hora de cobrarlas es prudente situarse junto al perro y en la zona donde se pretenda que no arranquen.
Cuidado con los tiros, aunque sea mostacilla, el personal campa por sus rehales y los disparos cruzados llevan mala baba. El acompañante siempre detrás de la escopeta. Cuando arrancan de improviso, a más de uno el despertador se le pone a cien revoluciones y se le nubla la vista. Lo que no se ha hecho para las 12 es mejor hacerlo a partir de las seis o siete de la tarde. De lo contrario el perro sufrirá lo indecible con el rozamiento del rastrojo y el calor que emana de la tierra. Créanme, vale mas una docena bien trabajadas y a perro puesto que cincuenta atropelladas