La reserva de caza de Urdaibai comenzó a funcionar en diciembre de 2006. Engloba 19 municipios y cuenta con unas 20.000 hectáreas para batidas y una zona de refugio para la fauna como 6.000 campos de fútbol juntos en el área de las marismas, donde está prohibido cobrarse pieza alguna. Ahora, la Diputación está obligada por ley a actualizar el plan cinegético para este enclave, donde se sale sobre todo a por becada y otras aves. El informe que sienta las bases de este proyecto pide elevar la presión sobre el jabalí y el corzo.
Los técnicos que han elaborado el estudio, que ha sido supervisado por el máximo responsable de la sección de Caza y Pesca de la Administración territorial, aconsejan que se mate un mínimo de 220 cerdos salvajes al año y piden establecer un cupo de 89 ejemplares para la especie de cérvido. El objetivo sería controlar su número y evitar problemas, ya que «existe riesgo de generar conflictos de mayor consideración con el sector forestal y con el tráfico rodado».
Mientras el plan pide incrementar la caza mayor, las asociaciones ecologistas y conservacionistas son muy críticas con esta propuesta. Tanto Zain Dezagun Urdaibai como el Taller de Ecología de Gernika presentarán alegaciones a la iniciativa, cuya aprobación aún está pendiente. Sus promotores censuran el modo en el que se ha estado gestionando la reserva en la última década y piden un modelo que sea «sostenible» para un entorno como la Reserva de la Biosfera de Udaibai, una «auténtica joya» y un espacio protegido que está «rodeado por un perímetro en el que se permite cazar». A su juicio, se trata de «una contradicción». «Nos esforzamos por mimar a las aves y propiciar su llegada a la marisma y después las disparamos tan pronto como salen de ella». La actividad cinegética ha generado rechazo también entre los baserritarras. Se prohibirá disparar en unas 100 hectáreas de terreno cuyos propietarios así lo han pedido expresamente.
«Control de la población»
El plan que está en manos de la institución llama la atención sobre la escasa presencia de practicantes de la caza mayor. En la temporada 2014-2015, por ejemplo, no se dio muerte a ningún corzo, mientras que los jabalíes abatidos fueron 167. «Resulta conveniente disminuir de forma razonable la población de cerdos salvajes», detalla el estudio. Además, «se considera prioritario impulsar la caza del corzo para garantizar un control de la población». Los ecologistas, por su parte, advierten de que esta especie de cérvido fue introducida «por la Diputación y los cazadores. Ellos han generado el supuesto problema», censuran.
FUENTE. EL CORREO