La “pertinaz sequía” que afecta a esa Comunidad Autónoma ha llevado a los responsables federativos a solicita que se posponga la apertura prevista para el 22 de octubre
La actual sequía propiciada por la ausencia de lluvias y la práctica cinegética en los cotos de Castilla y León se han revelado como dos circunstancias casi incompatibles en la preservación del medio natural y, en concreto, en la caza de especies como la perdiz roja. Aunque la apertura de la Veda General está prevista para el próximo 22 de octubre, los responsables federativos han recomendado “que se retrase la apertura de la veda en los cotos”, según reconoce el presidente de la Federación de Caza de Castilla y León y de la Oficina Nacional de Caza (ONC), Santiago Iturmendi.
“Cada coto tiene su número de cazadores, sus hectáreas, su número de jornadas de caza y sus peculiaridades, pero con carácter general y debido a la extrema y pertinaz sequía que estamos padeciendo, entendemos que se debe retrasar la apertura de la perdiz”, sostiene Iturmendi. “La caza en Castilla y León se abre el día 22 pero eso no quiere decir que se pueda salir el primer día a cazar conejos o dar una mano al zorro”, recuerda.
En una nota hecha pública por la Federación de Caza de Castilla y León se subraya “la excepcional circunstancia que rodea al medio cerealista y en particular a la avifauna” que deja a las especies, tanto cinegéticas como no cinegéticas, en “una situación tan precaria que exige la adopción de medidas drásticas para la conservación de la fauna”.
En esas circunstancias, la caza cuenta “con muchas menos defensas” y, en los primeros días de veda, la fauna susceptible de ser considerada como especie cinegética “da muchas facilidades. Pero la caza debe ser un lance difícil y, en este caso, cuando todo está en contra de las perdices, el lance resulta, por decirlo de alguna forma, desequilibrado”, indica Iturmendi. Además de no disponer de lugares en los que guarecerse, en la situación en la que se encuentran los campos de Castilla y León la patirroja ibérica (Alectoris rufa) carece “de agua y de falta de cobertura vegetal en la que protegerse”, añade.
Adaptación a las circunstancias
La recomendación para retrasar el inicio de la temporada está justificada en una esperanza, en concreto, en el cambio de las condiciones climatológicas, “porque el campo ahora mismo parece un erial; es un desierto”, asegura Iturmendi.
Aunque no se debe generalizar la situación de cada coto, la Federación propone “adaptar nuestra actividad a las circunstancias que nos depara cada temporada” y recuerda que en estas condiciones “no se tiene por qué empezar a cazar el primer día ni tampoco cazar todos los días posibles hasta finalizar la campaña”.
En el escrito se señala también que “este año, más que nunca, los cazadores nos mantenemos a la expectativa de lo que nos podamos encontrar en el campo, fundamentalmente con la perdiz”. Aunque apunta que, al parecer, la cría de la perdiz “no ha sido mala, es bien sabido que primaveras y veranos secos diezman las polladas de forma importante, partiendo además ya de densidades muy justas”.
La recomendación, que no imposición, apela al “ánimo de autogestión y responsabilidad que venimos reivindicando los cazadores y considerando cualquier particularidad concreta de algún acotado (cotos de orografía de montaña, cotos de perfecta gestión y número muy controlado de cazadores), que confirme esta necesidad de gestión propia”.
La Federación apela al deseo de los cazadores de continuar con la actividad cinegética, al que antepone su amor por “las especies y la naturaleza, y si la situación así lo exige, enfundamos las armas y seguimos pagando y generando riqueza para la sociedad, y sobre todo para el medio rural”.
Las medidas de gestión y control cinegético de la presente temporada quedan supeditadas a la recomendación para retrasar el inicio de la veda en esa Comunidad Autónoma porque “si reducimos muy sensiblemente las poblaciones en los primeros días” el resto de actuaciones que pueden adoptarse “serán ya ineficaces”.
Por ello, es necesaria la adopción de medidas complementarias tales como la reducción de jornadas y horarios de caza, el cumplimiento de cupos de capturas o la delimitación de zonas de aparcamiento para vehículos, entre otras medidas.
Cambios en el hábitat
Estas medidas afectarán a gran parte de los 50.000 cazadores que cada temporada acceden a los campos de Castilla y León para la caza de la perdiz. La situación en la que se encuentra esta especie se observa con atención y preocupación tanto en esa Comunidad como en otras zonas en las que el objetivo de la práctica cinegética.
Asociaciones como la navarra ADECANA, recuerdan que el centro y sur de la Comunidad Foral era “un paraíso” hace 50 años y que “hace veinte años se veían numerosos ejemplares”, según recuerda el presidente de la Federación Navarra de Caza, Ángel Remírez. Su hábitat, asociado a una agricultura y ganadería tradicional, se ha visto sustituido por la intensiva agricultura moderna, con unas concentraciones parcelarias muy agresivas con el medio o por lo que el Gobierno foral ha denominado como “simplificación del paisaje”.
Para intentar mantener la pureza de la perdiz en Navarra, el Gobierno optó por impedir las repoblaciones de esta especie y “ha incrementado las medidas restrictivas de años precedentes”, apunta Remírez. A las limitaciones vigentes de abatir un máximo de dos ejemplares o de acotar la práctica cinegética hasta las 12.00 horas, este año la Administración navarra “ha limitado a dos jornadas el número de días hábiles para la caza de la perdiz en la mayoría de los cotos de Navarra”.
La “situación crítica” en la que se encuentra esta especia en la mayor parte del territorio peninsular fue expuesta hace un año por la Oficina Nacional de Caza, aunque algunos expertos llevan tres décadas avisando sobre la situación y apuntando la necesidad de poner en marcha un proyecto definitivo que garantice su pervivencia.