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El «anunciador» de la primavera: Todo sobre el CUCO

El «anunciador» de la primavera: Todo sobre el CUCO

Un canto inconfundible el del Cuco

La gran mayoría de los que únicamente se relacionan de forma esporádica con la naturaleza son incapaces de diferenciar los cantos de las aves, con una excepción: el Cuco. En efecto, la machacona doble nota que invariablemente anuncia la primavera no sólo resulta inconfundible por sí misma, sino que es uno de los pocos sonidos de un animal que se han incorporado a las tradiciones humanas e incluso a prestigiosas partituras, como la de la Quinta Sinfonía de Beethoven.

Pero tan fácil resulta localizar a un Cuco por su canto como difícil reconocerle a simple vista. Se trata de un ave de conducta escondediza. A pesar de su tamaño, superior al de un mirlo, se le ve poco en el aire. Y cuando así sucede, puede ser confundido fácilmente con un gavilán, si bien más lento y pequeño. Es decir, el Cuco tiene alas alargadas, así como la cola, y un plumaje gris plomo con estrías en el pecho y partes ventrales de color blanco. Se da la particularidad de que algunas hembras exhiben una tonalidad completamente diferente a la de los machos, pues resulta básicamente pardo-rojiza.

En la dotación morfológica de esta interesante ave, que, como sabemos, parasitiza a otras especies de pájaros para la cría de sus polluelos, hay que resaltar sus inclinaciones netamente insectívoras, lo que se traduce en un pico ganchudo y fuerte.

Un benefactor del bosque

Mientras que casi todos sabemos que el Cuco es un parásito en lo que a su reproducción se refiere, ya que pone su huevos en los nidos de otras aves, muy pocos conocen sus preferencias alimentarias. Y, ciertamente, serían muy distintos los calificativos que se verterían sobre el aprovechado Cuco si fuera del dominio común que su dieta alimentaria es básicamente insectívora. Así expresado, la conclusión a extraer es que estas aves comen todo tipo de insectos, pero el Cuco va mucho más lejos, ya que entre los recursos  con los que cuenta pueden ser citados casi todos los invertebrados terrestres de nuestros campos. Ocasionalmente, también algunos vegetales van a parar a los estómagos de los cucos. Un reciente descubrimiento ha permitido redondear el aprecio que debemos sentir por los cucos: se ha comprobado que estas aves son capaces de alimentarse con las orugas de la procesionaria del pino. Para conseguir una buena cantidad de estos destructores insectos, el Cuco se limita a ir ingiriendo una tras otra a las componentes de esas interminables filas, base de la más temible plaga de nuestros pinares.

Otro recurso muy utilizado por los cucos son los lepidópteros en su fase de oruga, así como las lombrices de tierra, a las que intenta localizar entre la hojarasca, para lo que a menudo escarba como hacen otras aves.

 

Que lo críen ellos

El estudio de la naturaleza reserva multitud de capítulos apasionantes, pero pocos tan asombrosos como la reproducción parásita del Cuco. La hembra fecundada elige una familia adoptiva para su huevo, pero no sirve cualquiera; ha de ser la que reúna determinadas características que ella conoce muy bien: forma del nido, coloración de los huevos, aspecto de la pareja reproductora…, y reconoce estos rasgos porque ella misma fue criada en idénticas circunstancias. Con una rapidez pasmosa realiza una única puesta para cada nido seleccionado y retira uno de los huevos originales para evitar que los verdaderos propietarios adviertan el fraude. El huevo de Cuco es un poco más grande que los demás, pero la coloración resulta extraordinariamente parecida. El porcentaje de rechazos es muy bajo, lo que demuestra el éxito de los huevos furtivos. Por regla general, la eclosión se adelanta a la de los ocupantes genuinos, y a las pocas horas de vida el joven Cuco se deshace de sus competidores –huevos o pollos – convirtiéndose en el único beneficiario de los cuidados paternos. A medida que crece va superando en tamaño a sus falsos progenitores. El nido se queda ridículamente estrecho y termina por abandonarlo. Los estafados padres seguirán alimentando al intruso aunque tengan que encaramarse a su dorso o posarse en su cabeza.

Las ventajas de la piratería

Aunque en apariencia el parasitismo sólo es una eficaz manera de quitarse de encima la pesada responsabilidad de sacar adelante una pollada, no es esa la razón que ha guiado a la evolución al cincelar así el comportamiento del Cuco. Más bien hay que considerar la perentoria necesidad de una especie con escasos efectivos demográficos de sacar adelante cada año un número mayor de descendientes. En ese sentido, varias son las razones que hacen ventajosa la práctica del parasitismo. En primer lugar, por su considerable tamaño, una hembra no sería capaz de criar más de cuatro o cinco vástagos al año por la fórmula convencional, mientras que así los huevos depositados son del orden de 15, que, al cuidado de otros tantos padres adoptivos, aseguran la continuidad de la especie. El carácter de migrador precoz del Cuco, que siempre impediría la existencia de una segunda puesta, es otro factor que induce a la parasitación.

En favor de este pirata forestal habla el escaso impacto que su labor causa en las poblaciones orníticas que han de soportarlo. Las especies huéspedes son más de setenta, pero sólo seis del ellas – petirrojo, acentor común, bisbita común, lavandera blanca y los carriceros común y tordal – no se suelen dar cuenta del engaño. Todas estas especies sacan adelante cada año al menos 15 ó 20 nuevos pajarillos, por lo que la rapacidad del Cuco puede afectarles.

Un fabuloso imitador

Que los cucos no cuiden directamente de su descendencia, es decir que sean parásitos, constituye un fenómeno del que nos ocupamos en las fichas anterior y posterior a ésta. Aquí traemos varios ejemplos de uno de los más singulares casos de imitación. Muchos pájaros pueden imitar el canto de los vecinos pertenecientes a otras especies. Entre algunos mamíferos se dan espectaculares pautas de mimetismo en el comportamiento, pero que un ave ponga un huevo similar al de otra completamente distinta supone un caso único.

La finalidad de la compleja operación queda clara cuando sabemos que el Cuco roba los huevos de las especies parasitadas y pone los suyos en su lugar. El que su propia puesta no destaque por una sustancial diferencia de la legítima redunda en el éxito de la aceptación y, por consiguiente, de la reproducción del propio ladrón de huevos. A partir de ahí debieron crearse unas líneas de atracción que implicaban la elección de la misma especie que había cebado a las hembras de Cuco el año anterior para que se encargara de la propia descendencia: un caso más de evolución selectiva de un determinado carácter. Como puede apreciarse en el anverso, el huevo típico de un Cuco nada tiene que ver con las variantes que aparecen a continuación.

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About The Author

Juan Antonio Sarasketa Arregi es miembro de Adecap y del sindicato agrario Enba. Si bien todos los artículos publicados en este blog son opiniones suyas recogidas en su blog personal www.jasarasketa.com

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