El Valhalla, según la mitología nórdica, es aquella fortaleza situada en el palacio de Odín, en la que los guerreros muertos en combate, disfrutan de banquetes en los que los que comen jabalíes y beben hidromiel a raudales. O sea, donde disfrutan haciendo aquello que más les gusta.
Y qué duda cabe que, el pescador de salmón atlántico cuenta en Islandia, en el país del hielo y el fuego, con su particular Valhalla, rodeado de casi un centenar de ríos salmoneros de primer orden, muchos de los cuales discurren, además, por parajes de abrumadora belleza.
Cierto que en Islandia no se capturan los mayores salmones atlánticos del mundo, que esto es patrimonio de los ríos noruegos y rusos, pero, desde luego, se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que se puede disfrutar, en cantidad, de una pesca de calidad, organizada con la precisión de un cronógrafo suizo, en una atmósfera de confort, bienestar y profesionalidad absolutamente loables.
Además, muchos de los ríos islandeses son relativamente ???pequeños??? en varios de sus nombrados pozos, lo que permite pescarlos, cómodamente, con equipos ligeros (AFTM 6-8) y cañas de una mano, disfrutando, aún más, si cabe, de la pesca de salmones de entre 2 y 5 kg, a los que se presentan pequeñas moscas tradicionales (montadas en anzuelos del número 14 o 16), o ligeros tubos rayando en superficie, técnica, ésta última, que, desde luego, proporciona gran número de capturas y más diversión, especialmente, en situaciones de aguas bajas.
Pero no pensemos que son ríos ???de juguete???. ¡Qué va! Hay lugares en los que las cañas de dos manos serán instrumentos de pesca imprescindibles, y otros, incluso, en los que se debe pescar desde las tradicionales barcas de madera.
Otra de las facilidades que encontramos en algunos lodges o albergues que organizan los aprovechamientos de la pesca del salmón atlántico en Islandia, es la posibilidad de ???compartir caña???; esto es, si bien las horas de pesca están limitadas a un máximo de 12 horas diarias por pescador y caña (normalmente en turnos de mañana, de 7:00 a 13:00 horas, y de tarde, de 16:00 a 20:00 horas), se permite que dos pescadores repartan este tiempo, pescando seis horas cada uno, reduciendo notablemente el coste del viaje. Porque el ingreso en el Valhalla, no lo olvidemos, significa el pago de un peaje que, en nuestro caso, aun siendo bastante más liviano que el de los aguerridos guerreros, sí se traduce en el desembolso de una importante suma de euros.
Ahora bien, los pescadores de salmón atlántico deben, en todo el mundo, aceptar lo impredecible de las condiciones climáticas y atmosféricas que mediatizan la pesca durante los pocos días en los que acostumbran a concentrar sus salidas. De hecho, no es infrecuente que tanto el caudal de los ríos (por exceso o defecto) o la temperatura del agua terminen por templar euforias e, incluso, generar cabreos. Puede llegar a desquiciar encontrarse rodeado de miles (y no es exagerar) de salmones que, ante la elevada temperatura de agua han ralentizado de tal modo sus biorritmos para economizar el consumo de oxígeno, que hacen caso omiso de las moscas que les presentan los pertinaces pescadores.
De hecho algo así ocurrió recientemente a un grupo de cuatro simpatizantes de ADECAP que pasaron unas inolvidables jornadas de pesca en el río NORDURA, en el lodge NORDURA I, sito en el Oeste de Islandia, con el resultado que vemos en las fotografías que acompañan a estas líneas, y cuya visita no podemos, simplemente, dejar de recomendar.