Empezar a cazar becadas fue un verdadero veneno para mí. Iosu Egaña constituye un ejemplo de superación al mantener su pasión por una afición que sigue practicando a pesar de haber perdido una pierna
La afición a la caza de becadas ha podido más que cinco toneladas de acero. A pesar de un importante percance laboral que le seccionó su pierna izquierda, Iosu Egaña mantiene una afición a esa modalidad cinegética a la que se enganchó hace unos siete años. Ahora, además, reivindica la inclusión en los campeonatos de caza de una categoría propia para personas con discapacidad.
El caso de Egaña resulta bastante inusual en el mundo cinegético porque su pasión por este deporte le llegó con unos 30 años. Aunque “desde los diez años salía con mi padre y con mi tío cuando ellos iban a cazar y empecé a introducirme en el mundo de la caza de palomas, de malvices,… la afición me llegó más tarde. En aquella época yo tenía un perrito y me gustaba salir con los de casa”. Sin embargo, ahora sabe que la caza como tal no le resultaba excesivamente atractiva, “igual porque me aburría un poco cuando estaba en el puesto para cazar palomas”.
Tras dedicar más tiempo al ciclismo que a la caza durante su juventud, algunos amigos animaron a este oñatiarra que vive en Legazpi a iniciarse en la caza de la becada. Fue como un flechazo que le sorprendió a él mismo, “porque no tenía claro qué modalidad era la que me gustaba hasta que empecé con las oilagorras. Me ‘envenené’ por esa modalidad” reconoce este joven que se ha convertido en “un apasionado” de la Scolopax rusticola.
Desde entonces las ‘sordas’ se han convertido en una pasión para Egaña que adquirió su primera escopeta hace tan solo “unos seis años”. Sin embargo, cree que el motivo real de esa repentina atracción puede estar propiciado por la labor que desarrollan los perros. Ahora cuenta con dos setter ingleses, ‘Mendi’ y una cría que responde al nombre de ‘Dardo’.
Pero tan tardía afición pareció truncarse de pronto hace año y medio y sus días de disfrute en el monte para cazar sordas parecieron llegar a su fin. Mientras estaba en su puesto de trabajo la caída de una bobina de cinco toneladas le seccionó la pierna por encima de la rodilla. “No perdí el conocimiento y mi sensación era que me moría, aunque estaba ‘tranquilo’. Me libré de chiripa, porque perdí tres litros y medio de sangre y porque un compañero me practicó un torniquete”.
Ejemplo de superación
La prótesis que sustituye a su pierna no resultó un obstáculo para continuar con la actividad cinegética que le gustaba desde crío, aunque reconoce que “tienes que aprenderlo todo de nuevo. Cambia la forma de moverte en el monte, porque antes podía correr y ahora, debido a las raíces, las piedras y otros obstáculos, tengo que ir andando por esos terrenos”.
El único problema que supone para Egaña la prótesis que utiliza para caminar es que “ahora no puedo andar ocho horas por el monte como hacía antes. Para mí, todo es nuevo; igual ando un par de horas y es suficiente”. Pero como ejemplo de superación ante la adversidad señala a renglón seguido que “confío en habituarme poco a poco y recuperar el ritmo que tenía antes”.
Además, las afición a la caza de oilagorras le ha llevado a sentirse atraído por otras especies como las perdices o las codornices. Y además reconoce que “me gustaría probar con otras especies de caza mayor”.
A ese reto Egaña añade otro objetivo inmediato como es el de reivindicar una categoría reservada a las personas con discapacidad en los diferentes campeonatos que se realicen. Por el momento ha conseguido que la III Copa de Euskal Herria de caza menor con perro que se celebrará el 17 de marzo en el coto arabarra de Arriola, incluya una sección específica “como pueden tenerla los veteranos, las mujeres o los junior, en la que estamos inscritos cuatro participantes”.
La inclusión por primera vez de esa nueva categoría resulta algo lógico si se tiene en cuenta que el uso de una prótesis afecta al rendimiento durante la caza, como suceden en el caso de Egaña. “Como me falta la pierna izquierda, no puedo realizar el giro natural en esa dirección, por lo que en el momento de disparar tiene incidencia en mis movimientos”, asegura.
La posibilidad de participar en esa competición, cuya inclusión agradece a los organizadores, ha llevado a Egaña a plantearse como objetivo que las federaciones incorporen una categoría propia en otros campeonatos “porque creo que ni en Euskal Herria ni a nivel de Estado español existe un apartado para nosotros. No es justo que a quien le falta un brazo, una pierna o tenga algún tipo de discapacidad tenga que competir en la misma categoría que quien carece de ella”.
Ánimo tío,que hay que seguir dando mucha guerra en el monte y disfrutarlo como el primer día.