FGC / RFEC.- La caza y la agricultura han sido desde siempre dos actividades rurales muy ligadas. En Galicia este vínculo es todavía mas estrecho si cabe, porque de los más de 50.000 cazadores gallegos, el 70% viven en el medio rural y otro 25% mantiene una gran relación con él, allí tienen propiedades rurales que visitan asiduamente. Esto hace que la caza en esta tierra tenga un componente social más fuerte que en otras comunidades.
La caza, en nuestro tiempo, es un elemento fundamental en la regulación de las especies silvestres, y el caso del jabalí es un claro ejemplo. Dentro de ese compromiso de los cazadores con la agricultura y la ganadería como actividades fundamentales en el medio rural, a juicio de la Federación Galega de Caza, la caza del jabalí debe hacerse con criterios agroambientales, éticos y racionales. Así la densidad del jabalí debe ser la ajustada a cada territorio, y en aquellas zonas en que los daños a los cultivos generan problemas económicos y sociales deben rebajarse sus poblaciones en la medida de lo posible, siempre con criterios sustentables.
La normativa legal que regula la actividad cinegética prevé distintas posibilidades de actuación, ya sea durante la temporada hábil, o en otros momentos con intervenciones puntuales en caso de producirse daños significativos. Las batidas y las esperas se utilizan para rebajar las poblaciones jabalineras, mientras que los cazadores con perros y sin armas tienen como finalidad espantar y desplazar los animales a otros terrenos no agrícolas, en los momentos que biológicamente no sería adecuada su caza. La administración proyecta que esas actuaciones excepcionales para aminorar los daños, tengan un trámite de urgencia, en base a datos contrastados que conoce de pasadas campañas, con el fin de reducir el tiempo entre la detección del problema y su posible solución. Parece un camino que es bueno recorrer con responsabilidad y rigor, y con la esperanza que sea efectivo, no solo con el jabalí, sino también con el lobo, ya que ambas especies generan daños e inquietud en el medio rural, aunque con evidentes diferencias de gestión entre ambas especies.
Es necesario reseñar que en la naturaleza nada es infaliblemente preciso. Los jabalíes viven en su hábitat y a lo largo de los años han desarrollado mecanismos de protección y defensa, que a veces imposibilitan su control eficaz. Sirva como ejemplo y en base a los datos de los últimos años que son necesarias tres cacerías, como media, para abatir cada jabalí.
Desde la Federación nos parece necesario sumar esfuerzos y voluntades de agricultores, cazadores y administración para la prevención y minoración de los daños producidos por las especies silvestres, mediante una gestión responsable y cada vez más eficiente.
Como se ha acreditado a lo largo de los años, la caza no es el problema, sino que la labor de los cazadores es una parte fundamental de la solución, por lo tanto tampoco puede responsabilizarse en solitario al colectivo cazador de las consecuencias de la existencia de animales silvestres. Fruto de la preocupación y el compromiso de los cazadores con los agricultores y los daños en sus cultivos, las Federaciones Española y Gallega organizan en el próximo mes de octubre en Santiago de Compostela una jornada sobre los daños producidos por las especies cinegéticas, en el que participarán especialistas en los distintos ámbitos que conforman esta problemática, con el fin buscar soluciones legales, técnicas y sociales.