El final de los Búfalos
Posiblemente más de uno de Uds. se echará las manos a cabeza después de leer este artículo y comprobar hasta qué extremo la mano del hombre puede incidir con tanta fuerza en el mundo animal. También habrá algunos, pocos, que puedan argumentar que eran otros tiempos, que lo eran, y que la ley del más fuerte prevalecía por encima del bien y del mal. Sin embargo, todo parece indicar que al margen de intereses económicos la vena predadora del hombre afloró con inusitada fuerza en América a partir del año 1830 al aniquilar en 60 años muchos millones de búfalos. A diferencia de los pieles rojas que aprovechaban de este poderoso animal absolutamente todo, los matarifes solamente aprovechaban la piel y la lengua, una vez asada y ahumada. Los indios por el contrario vivían exclusivamente de este animal. Su gruesa piel era rudimentariamente curtida y la carne se consumía bien en fresco, asada o bien desecada al sol y al fuego lento. La Guerra de Secesión Americana (de 1861 a la primavera de 1865) supuso un período de presión cinegética que se incrementó mucho más al terminar la guerra. Se trataba en definitiva de obtener más cueros de una calidad muy superior a la del ganado vacuno. Pieles que también se exportaban a Europa al precio de dos dólares la unidad. Así las cosas y ante la hecatombe que se les avecinaba los pieles rojas empezaron a movilizarse, a pesar de que los matarifes usaban rifles de repetición mucho más mortíferos que los fusiles de guerra SPRINGFIELD o REMINGTON de un solo tiro. A pesar de verse en manifiesta inferioridad – unos con arcos y otros con rifles – los indios no tardaron en reaccionar violentamente quemando los carros de los matarifes. Intervino el ejército y una guerra dura y sangrienta contra los indios duró casi hasta finales del siglo XIX. Hay que considerar en defensa de los indios que las cifras de búfalos abatidos eran verdaderamente impresionantes. Un solo matarife armado con un rifle de gran calibre como un “SHORP” o un “CREEDMORE” mataban por término medio 40 reses por día y el equipo más pequeño constaba de tres tiradores y dos desolladores. Cuando se construyeron los primeros ferrocarriles como el “PACIFIC RAILWAY” cada compañía controlaba grupos de matarifes para suministrar carne fresca a los trabajadores (algo así como 4 búfalos al día y 700 kilos de peso cada uno). Es entonces cuando surge la figura de Guillermo Federico Cody (Buffalo Bill) que en un solo día llegó a masacrar él solito 163 animales. A tal extremo llegó la matanza de búfalos que cuando un tren se paraba para dejar pasar una manada -algunas de hasta 4 kilómetros de largo- los pasajeros armados con rifles se divertían tirando a bulto. Así las cosas los búfalos prácticamente se extinguieron y los pieles rojas – los pocos que quedaron- no tuvieron más remedio que aceptar las reservas. Pues eso, una masacre y no heroicidades de “matarifes”.