Buitres predadores
PREDADORES DE TERNERAS
No es de mi agrado escribir sobre los buitres porque cuando hace 11 años aproximadamente denuncié sus tropelías me pusieron a caldo algunos grupos ecologistas alegando que era imposible que los buitres predasen. Bien, en la actualidad nadie duda de sus ataques al ganado. El tema es preocupante. ¿Cómo es posible que una rapaz carroñera dotada de unas garras no retráctiles haya experimentado tal cambio? ¿Qué motiva a los buitres a actuar como animales de presa? El hambre… el instinto de conservación de unas poblaciones creadas por actitudes sensibleras. Me estoy refiriendo a las buitreras o muladares donde se van depositando los animales muertos y los restos de los mataderos. Restaurantes institucionales que hacen de las colonas de leonados un número desproporcionado. Mientras llega la comida todo marcha bien para los sepultureros de la naturaleza metidos a apoltronados gourmets. ¡Pero ay amigo cuando no llega el rancho!, no vale excusas ni miramientos, hay que llenar el buche como sea, tira más los jamones de una novilla que la pelleta putrefacta de un borrico. En eso de que en la naturaleza está todo inventado, tienen que estar los justos que tienen que ser, por mucho que “algunos amantes de la naturaleza” quieran deleitarse viendo volar en circulo a estos magníficos especialistas de las corrientes de aire. Todos los animales y plantas tienen una meticulosa misión en la naturaleza, donde no sobra nada, solo se transforma. La flora nutre a los herbívoros, estos a los carnívoros y el resto a los carroñeros nutriendo las bacterias a la tierra donde vuelve a nacer la flora. Pero cuando los humanos, y aquí sobramos muchos, metemos la mano donde no debemos, somos artistas en crear despropósitos. Por eso no se debe dar de comer a los buitres, es la única forma de regular sus poblaciones de lo contrario más de lo mismo y las poblaciones in crescendo. A no ser que se capture parte de ellos y se les lleve a otros países donde su población o exigencia de campo lo permita. Y el que quiera dárselas de ser más sensible y caritativo que el resto de los mortales “egoístas y sin escrúpulos”, que se acuerde en el momento de los desmanes de llegar puntual y con el dinero suficiente a casa de los ganaderos. No vaya a pasar como con los lobos que por falta de compensaciones económicas a los perjudicados fueron hace años casi aniquilados por el veneno. Afortunadamente las instituciones han aprendido la lección con este cánido orgullo de la fauna ibérica y sus poblaciones aumentan demasiado. Nada más lejos de mi voluntad que alarmar al personal, porque me estoy refiriendo a casos muy excepcionales pero ¡cuidado si alguien se queda inmóvil y aislado en el monte un largo periodo de tiempo a causa de un accidente!
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