N.G.- Transcurrido el primer mes desde que concluyera el plazo para presentar alegaciones al proyecto de Reglamento de Armas, la única certeza de que disponemos los aficionados es que la pelota no está en nuestro tejado.
Con esto quiero decir que no es la Oficina Nacional de Caza, la RFEC o el aficionado de a pie quien tiene que mover ficha, sino el inventor de este despropósito de reglamento, es decir, el Ministerio del Interior.
Hasta el momento poco se sabe, salvo que el ministerio no está contestando las alegaciones y que los organismos que nos representan, como en este caso la ONC, transmite buenas sensaciones de sus contactos con quienes juegan a gobernarnos.
En cambio, bajo el silencio oficial del Ministerio, subyacen hedores de lo que se cuece o se cocía. Un alto cargo del ICAE ha sido puesto en boca de todos como cabeza de turco, ya que aunque es ciertamente inverosímil que la idea de elaborar un nuevo Reglamento de Armas proceda de un funcionario de la Guardia Civil, no es menos cierto que de él partían muchos de los envites que hemos encajado aficionados y armeros en los últimos dos años.
Creo que es momento de estar atentos, como cuando oteamos el horizonte en busca del bando de palomas o aguardamos la salida del plato. Esperando, pero con toda nuestra atención centrada en el objetivo: un comunicado oficial que confirme que el proyecto es papel mojado. Y más vigilantes aún cuando tenemos unas elecciones municipales a la vuelta de la esquina y ha quedado manifiesto muchas veces que, si en algún momento crece la impunidad política en este país, es justo después de que sus ciudadanos se pronuncien.