N.G.- EL pasado día 8 de mayo se celebró en el campo de tiro San Marcial de Irun el Campeonato de Euskadi en la modalidad de Foso Olímpico. Por difícil que parezca, cada año son más los despropósitos que rodean a esta competición y mi única curiosidad, ahora mismo, es saber cuáles más tendremos que sumar el año que viene, ya que está visto que no evoluciona.
Pongámonos en antecedentes y veamos qué se hacía mal en anteriores ediciones de este Campeonato de Euskadi. En mi opinión, fueron dos los acontecimientos que precipitaron el declive de esta competición. El primero fue ampliamente antideportivo: la fusión del Campeonato de Euskadi Absoluto con el Campeonato de Euskadi por categorías y equipos. Este hecho restó una tirada al maltrecho calendario anual de Foso Olímpico.
El segundo motivo fue doblemente arbitrario, y me explico: se decidió aparcar a los árbitros y delegados que tradicionalmente lo celebraban, tachándolos de rígidos, lentos y lejanos, cuando en realidad propiciaban una mejor gestión de la competición que la actual. A cambio, ahora disponemos de árbitros con curso «express», poca experiencia y que además compaginan su arbitraje con participar en la propia competición. No obstante, siempre existen excepciones y hay, por ejemplo, quien peina canas habiendo pisado San Marcial antes que muchos de nosotros, y desarrolla una labor impoluta.
La puesta en práctica de esta serie de inexplicables decisiones dejó a entrever que, en la práctica, el criticado antiguo modelo de árbitros, delegados y competiciones, era mejor solución que el actual.
Centrándonos ahora en los errores de ese domingo, comenzaremos por el primero y más flagrante de todos, la coincidencia de fecha con el Campeonato Navarro de FO. Seguiremos con la inscripción muy adelantada y comienzo de la competición muy tardío. Sumaremos el recorte de 125 a 100 platos y la ausencia de final. Añadiremos esperas no penalizadas a árbitros que estaban compitiendo. Finalmente, traspasaremos al tirador la responsabilidad de rehusar los platos que salgan tarde y de este modo obtendremos la receta de una competición que, a buen seguro, sabrá mal a los tiradores.