Temporada de codornices incierta
El próximo 15 de agosto desvedarán la codorniz la mayoría de las autonomías y las previsiones apuntan en principio a una temporada incierta. Bien aquí, regular allá, peor más allá. Tampoco se puede juzgar con seriedad ahora que los trigos están sin cosechar en muchos lugares como en Burgos, territorio donde se capturan por mucho el mayor número de codornices de España. Bien distinto será cuando las máquinas empiecen a cosechar al aportarnos información del número de codornices que nos han visitado, al menos parte de ellas. Por cierto, los agricultores se quejan y con razón del precio del trigo. Pese a los agoreros de turno estoy convencido que en las zonas querenciosas, con tradición codornicera como en el norte de Burgos y en otros muchos lugares de distintos territorios los cazadores se van a entretener y donde normalmente vienen de bolo o poco menos, más de los mismo. Puede ser también que la luna llena del 5 de agosto nos depare alguna sorpresa agradable, así como una entrada de codornices. Y es que esta pequeña y misteriosa migradora es tan imprevisible que no hay cristiano capaz de prever con exactitud que nos va a deparar a partir del 15 de agosto. Con decirles que a la altura de San Petersburgo las he visto y oído cantar a muchas a finales de octubre cuando aquí siempre creíamos que a primeros de septiembre empezaban a emigrar a África. ¡Tenemos tanto que aprender! Es el encanto de la caza: misterio y dificultad. No en vano esta pequeña gallinácea es una escuela de aprendices y alegría de los mayores. Toca pues esperar, preparar bien los perros y cruzar bien los dedos porque San Huberto nos tienen un poco olvidados. Así que tranquilidad y constancia, virtudes propias de los aficionados que se visten por los pies y saben leer el campo. Sin olvidar aquello de no doblar el índice antes de contar hasta tres, cortar bien el terreno con el viento de cara y el sol de espalda. Y lo más importante amigo cazador, volver a casa sin contratiempo alguno.
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