¿Son caníbales los jabalíes?
La respuesta es muy importante desde un punto de vista sanitario
La gestión sanitaria de fauna silvestre supone un reto de esencial trascendencia desde diferentes puntos de vista, entre los que destacan el impacto directo de las enfermedades en las especies afectadas y su implicación en la conservación de las mismas o en el mantenimiento de los aprovechamientos cinegéticos, pero también por su repercusión en los animales domésticos y, en ocasiones, en el hombre, al tratarse de zoonosis.
Una de las especies que cuenta con una notable relevancia en este sentido es el jabalí, cuyas poblaciones están presentando un crecimiento exponencial en los últimos años y que, además, juegan un papel clave en el mantenimiento y transmisión de enfermedades tan importantes como la tuberculosis animal o la peste porcina africana.
Existen evidencias científicas que aseguran la transmisión, por via alimentaria, de ambas enfermedades, cuando un ejemplar carroñea sobre el cadáver de otro fallecido a causa de alguna de ellas.
Sin embargo, a pesar de que el jabalí es un animal omnívoro y se ha confirmado en numerosas ocasiones que puede alimentarse de otras especies como aves, lagomorfos, roedores o, incluso, carroñear sobre cadáveres y restos de ungulados como el ciervo o el corzo, existían dudas sobre si, además, podría presentar comportamientos de canibalismo y alimentarse de restos de otros congéneres, favoreciendo así el mantenimiento de enfermedades como la mencionada peste porcina africana, específica de suídos silvestres y domésticos.
En este sentido, un reciente estudio publicado en el año 2020, analizó esta posibilidad en la República Checa mediante fototrampeo. Para ello, los autores depositaron siete jabalíes muertos en diferentes sitios durante el invierno del 2019.
Durante el periodo de estudio pudieron observar más de 700 visitas de jabalíes, surgiendo contacto con los restos depositados en más del 80% de los casos y, pudiendo confirmar, que en casi el 10% de las visitas se produjo canibalismo, con jabalíes que consumieron restos de sus propios congéneres. En todo caso, es curioso comprobar como los primeros contactos con los cadáveres se produjeron tras 30 días desde su depósito y para que algún jabalí comenzara a carroñear sobre ellos, tuvieron que pasar una media de 70 días.
Los autores concluyen que, a pesar de esos plazos, es especialmente importante en la gestión sanitaria de enfermedades como la peste porcina africana, la retirada de los cadáveres encontrados, puesto que pueden suponer una fuente de contagio y amplificación de la enfermedad en la zona afectada.
España, en el momento actual, se encuentra libre de esta enfermedad, si bien, esta conclusión podría ser perfectamente extrapolable a la gestión sanitaria de otras de gran impacto aquí, como la propia tuberculosis animal, no solo con la necesidad de retirar posibles ejemplares encontrados muertos, sino también, llevando a cabo una adecuada gestión de los subproductos generados durante las cacerías de esta y otras especies.
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Fuente. cienciaycaza,org