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El duende del bosque

El duende del bosque

El duende del bosque

El próximo 1 de Abril se desveda la caza del corzo en la modalidad de rececho en la gran mayoría de autonomías. Una práctica selectiva y elitista que acoge a un gran número de aficionados cada vez más numerosos. Y es que esta práctica supone para el cazador todo un reto que deberá abordarlo él solo. Nada fácil por cierto si se pretende como debe ser, abatir un gran ejemplar. Afortunadamente sus poblaciones han colonizado en número importante prácticamente en toda la península para disfrute de los aficionados, sin obviar la importantísima labor que el cazador ejerce regulando sus poblaciones en beneficio de la seguridad vial. Misterioso y huidizo, el corzo es la ternura y la poesía del bosque. Su misterio se debe a que pocas veces se deja ver, pues es tremendamente tímido y asustadizo. Su temperamento nervioso le obliga a permanecer siempre atento a lo inesperado. No conoce el reposo y cada paso suyo va seguido de una minuciosa observación del entorno: la mirada siempre despierta, el oído dispuesto y el olfato fino y húmedo. Todo lo ventea y lo observa antes de mordisquear la hierba fresca. El corzo no se aleja más de uno o dos kilómetros del punto donde ha nacido, a no ser que le persigan los perros. Defiende su territorio con tenacidad, llevando consigo a sus pequeños durante el primer año de vida. En general, una hembra puede ocupar de 5 a 15 hectáreas, mientras que el macho delimita 2 ó 3. Desarrolla su actividad al amanecer y al anochecer, permaneciendo acostado en las horas de más calor. Al nacer los chivitos, la corza los cubre con hojas y sólo los amamanta una vez al día, normalmente de noche. No se acerca a ellos para evitar dejar rastros que pudiera delatarlos y ser cazados por sus enemigos (zorros, lobos y linces). Cuando termina de amamantarlos salta del encame y así evita que haya una conexión con su rastro, si bien los chivitos segregan muy poco olor. En este contexto el rececho consiste en la búsqueda a pie, a través del monte, del corzo, al que una vez localizado se abate por sorpresa. El arma ideal es el rifle, y resultan de vital importancia los prismáticos y un buen visor para localizar la pieza y valorar su trofeo. En términos monteros se dice que los corzos se matan con el trasero, por el considerable número de horas y días que hay que dedicar a su localización. Jugará un papel importante el conocimiento de los rastros y huellas. Las asomadas y el avance por el terreno deben realizarse pausadamente, en total silencio, procurando ir siempre contra viento, el sol de espalda y esforzando al máximo la vista.

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Redacción periódico digital Desveda #caza #pesca #tirodeportivo #rural #naturaleza

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