Gipuzkoa están recuperando su población de salmones hasta el punto de que el 80% de los que viven en los ríos son adultos y han cubierto su ciclo de crecimiento natural. El secretario de la Federación Guipuzcoana de Pesca, Patxi Amantegi, considera un «éxito» la política foral de repoblaciones, aunque solicita que se preste la misma atención a «nuestra querida trucha», ya que el crecimiento de una se hace a costa de la otra, dada la escasez de alimento.
Según datos de la Diputación, los ríos guipuzcoanos recibieron una cifra récord de salmones adultos en 2011. Las estaciones de captura situadas en los ríos Urumea, Oria y Oiartzun contabilizaron 287 ejemplares. Aguas abajo se detectaron otros 269, lo que supone repetir los «excelentes» resultados de 2010.
Esta política de repoblación se inició años atrás una vez los ríos recuperaron unos parámetros físico-químicos aceptables. Los alevines producidos en la piscifactoría de Irun, después de madurar las huevas extraídas a ejemplares adultos, se fueron soltando primero en el Bidasoa y luego en los ríos que presentaban mejores condiciones, como el Urumea. Este ha sido en 2011 el cauce donde más salmones se han contabilizado, un total de 187 y de mayor tamaño que el año anterior.
zonas contaminadas En el Oria se registró el año pasado una «remontada importante», con 99 salmones, a pesar de que la estación de captura quedó inutilizada por las inundaciones. Además, según Amantegi, «no se han podido soltar ejemplares aguas arriba porque hay muchos azudes y no pueden remontar». También existen «bastantes zonas contaminadas porque todavía no hay depuradoras en marcha». Por esta razón, los ejemplares de este río «se cogen en Usurbil y se llevan directamente al Leizaran y completan allí su ciclo natural».
Según explicó Amantegi, la repoblación se efectúa en primavera y los peces van desplazándose hacia el mar durante todo el año. «La velocidad depende de las condiciones del medio fluvial. Si tienen comida tardan más tiempo». Permanece uno o dos años en el mar hasta alcanzar entre tres y siete kilos y cuando llegará a su madurez sexual, y tienden a retornar al río de donde partieron para reproducirse y completar su ciclo vital.
No obstante, tampoco es extraño que salmones de unos ríos recalen en otros. El secretario de la federación lo interpreta como «soluciones que busca la naturaleza para expandirse». Así, se han visto ejemplares en afluentes próximos a los ríos o en lugares donde no se esperaba encontrarlos como el regato de Santiago Erreka en Orio.
Atención a la trucha La Diputación prevé introducir este año un total de 2.600 esguines de salmón de entre doce y catorce centímetros en los ríos guipuzcoanos, que se unirán a los 33.000 alevines de entre cinco y seis centímetros que fueron liberados el pasado verano aguas abajo del embalse del Añarbe. Todos ellos serán marcados para comprobar cuántos regresan del mar a su cuenca de origen.
La Federación Guipuzcoana de Pesca ve con buenos ojos estas políticas de repoblación pero lamenta que repercuta negativamente «en nuestra querida trucha, ya que ambos compiten por la misma comida». Amantegi opina que la solución sería «mejorar el entorno fluvial para que todas las especies tengan cabida y haya un equilibrio».
Entre otras acciones, ve necesario poner depuradoras en marcha, quitar algunos saltos eléctricos y acometer las escalas de peces. «A poco que hagamos, la vida vuelve a los ríos», estima.
La repoblación con alevines, sea de trucha o salmón, en los rios es antinatura.
¿Se imaginan a estas criaturas » protegidas» cuando tienen que aclimatarse y sobrevivir en la cruda y real naturaleza?