La pandemia ha favorecido su crecimiento: hay ya más de un millón de jabalíes en España y la cifra podría doblarse en 2025. Preocupan los destrozos en cosechas, el aumento de accidentes de tráfico y la propagación de enfermedades animales
La población del jabalí en España supera ya el millón de ejemplares. Aunque no existen estadísticas oficiales (las organizaciones agrarias llevan pidiendo al Ministerio de Agricultura desde hace años, sin éxito, un censo exhaustivo de la especie), diversos informes del sector apuntan a una multiplicación de ejemplares en estos últimos años. La alarma se ha disparado durante la pandemia, con graves consecuencias para los agricultores y ganaderos: se dañan cosechas, masas forestales y propagan enfermedades de sanidad animal, como la tuberculosis o la peste porcina africana.
Se han convertido además en habituales las imágenes nocturnas de grupos perfectamente alineados campando a sus anchas por calles urbanas en busca de alimentos, lo que está provocando accidentes de tráfico.
De seguir esta tendencia, y ante la falta de depredadores naturales que lo combatan, la previsión es que el número de jabalíes pueda llegar a duplicarse en el año 2025. Hay una opinión generalizada: han perdido el miedo a las personas, a los que ahora ven como proveedores de alimentos.
En pleno confinamiento, en abril del año pasado, el Gobierno facultó legalmente a las comunidades autónomas a mantener el control de esta especie y las autorizó para «establecer la mejor forma de llevarlo a cabo». Es decir, les dio un amplio margen de maniobra para autorizar una caza mucho más intensiva, dentro de los límites establecidos.
Justo un año antes, en marzo de 2019, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, había acordado crear un grupo de trabajo para reducir la sobrepoblación de jabalíes salvajes que afectaba especialmente a Aragón, Cataluña, Navarra y País Vasco. Sin embargo, no hubo resultados palpables y la especie no dejó de multiplicarse.
Las últimas cifras oficiales publicadas por el Ministerio de Agricultura apuntan a 373.225 ejemplares capturados en España en 2018 -la mayor cantidad con diferencia de entre las especies de caza mayor-, con un peso medio por jabalí abatido de 52 kg, y un precio medio por unidad de 51 euros.
«Una plaga de jabalíes en Valladolid provoca pérdidas del 40% en los cultivos»; «Galicia soporta ya 18 atropellos a la fauna cada día, un 70% más que hace diez años; el atropello del jabalí, el más frecuente de los accidentes con animales»; «El Ayuntamiento de Valdemorillo (Madrid) contrata a arqueros profesionales -utilizando arcos y flechas- para reducir la población de jabalíes»; o «los jabalíes amenazan el éxito reproductivo de las aves acuáticas del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel», son sólo algunos de los ejemplos del impacto de estos animales.
En el último caso citado, un reciente estudio científico elaborado por la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con científicos del Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos de Castilla-La Mancha, alertaba de que su impacto en los 26 humedales analizados «está llegando a niveles insostenibles» y sostenía que «la protección de ciertos entornos y especialmente la ausencia de caza favorecen la proliferación del jabalí, lo que tiene un efecto cascada en el conjunto del ecosistema».
GRAN OLFATO
El jabalí es un mamífero omnívoro, antecesor salvaje del cerdo. Muestra preferencia por alimentos energéticos como las bellotas o el maíz y se adapta muy bien a cualquier terreno que le ofrezca refugio y alimento. El presidente de la Real Federación Nacional de Caza, Manuel Gallardo, lo describe como «un animal precoz, con alto poder olfativo, prolífico y adaptable a cualquier terreno y con una gran capacidad de recursos físicos para salvar cualquier obstáculo». Mientras, las hembras pueden alcanzar la edad reproductora mucho antes de cumplir el primer año de vida para gestar entre cuatro y seis crías.
A partir del medio año de vida se convierten en auténtico depredadores: «Hoy por hoy, la única solución eficaz y eficiente que para el control poblacional de la especie es la caza», alerta Gallardo. Además, advierte de que «no se trata de extinguirlos sino de establecer un equilibrio y un límite poblacional ante su espectacular explosión demográfica». A modo de ejemplo, recuerda que cuando era un joven cazador «ver pasar a un jabalí por los campos era un auténtico acontecimiento», pero ahora es justo lo contrario: «La noticia es no cruzarse con uno».
Según el presidente de esta organismo, otro de los problemas es la falta de consumo de su carne: «Se debe de conseguir que se ponga en el mercado o se done, que se rentabilice en cualquier caso, porque también lleva sus costes el no dejar a los animales tirados en el campo al existir un decreto que lo impide», destaca. Hasta ahora, sólo el País Vasco en España y Bélgica en Europa son los únicos cauces abiertos que se tienen, según destaca Rosa Pruna, presidenta de Asaja Barcelona: «Aquí no hay costumbre».
LAS SUBVENCIONES EN CATALUÑA
Ante el aumento del del número de ejemplares, las comunidades autónomas han comenzado a tomar medidas. Este mismo año la región de Murcia aprobó una orden para autorizar el empleo de capturas en vivo y el uso de armas mediante la modalidad de aguardo en terreno cinegético y no cinegético. Extremadura dio luz verde en mayo a la modalidad de caza de jabalíes al salto, una reivindicación histórica del sector cinegético en esta región. La Generalitat Valenciana ha autorizado batidas y utilización de cajas trampas en la Sierra de Orihuela, Sierra Escalona o el embalse de Pedrera, donde hay más superpoblación. Hay más ejemplos.
Un punto de inflexión a la hora de la concienciación de las administraciones tuvo lugar elpasado 16 de junio, cuando un joven motorista de 17 años de Sant Martí Sarroca que circulaba por la carretera del Alt Penedés murió al cruzársele un jabalí. No era el primero. El año pasado hubo otra desgracia similar en una carretera de Madrid. Tras el suceso, la consejería de Acción Climática y Alimentaria de la Generalitat de Cataluña ha aprobado una subvención para los cazadores entre 12,50 y 25 euros por cada ejemplar de jabalí abatido.
Se trata de una medida pionera en España. «Nos alegramos mucho, sobre todo porque respalda desde el punto de vista moral a la caza, muy mal vista por algunos en los últimos tiempos, y sobre todo las batidas en particular», destaca Pruna, quien recuerda cómo hace aproximadamente un mes la famosa localidad de Cadaqués, al norte de la Costa Brava, el paisajístico y romántico pueblo blanco de Dalí, se inundó de jabalíes para sobresalto de vecinos y turistas.
«Lo llevábamos reivindicando hace años, pero estos episodios han hecho cambiar la mentalidad de la gente contra la caza, sobre todo en las administraciones. Especialmente los alcaldes, que ahora nos apoyan y se comienzan a realizar convenios para realizar batidas organizadas», declara Pruna.
En la temporada 2019-2020, marcada por la pandemia, se llevaron a cabo en Cataluña 4.946 batidas y se cazaron 15.781 jabalíes. En los últimos 22 años, se han registrado en total 85.500 batidas y unos 189.000 jabalíes abatidos. Las densidades más elevadas se encuentran en la zona nordeste de esta comunidad, con máximos en el Empordá, la Garrotxa y el Montseny, con una media de entre 14 y 20 jabalíes/m2.
«En zonas del Prepirineo la gente no puede sembrar nada porque los jabalíes lo arrasan todo», se lamenta la representante agraria, quien estima las pérdidas ocasionadas en las dos últimas décadas en unos ocho millones de euros en los cultivos de cereales, forrajes, maíz o pasto, principalmente.
«QUE SALGA EL EJÉRCITO A MATAR JABALÍES»
El número de cazadores en Cataluña ha descendido vertiginosamente en los últimos años, sobre todo a raíz de la pandemia. Se calcula que en los últimos 15 años han bajado las licencias un 40% (de unas 100.000 a 40.000 aproximadamente). «Cada vez se incorporan menos jóvenes y los jubilados, cansados de la burocracia de la administración y de las críticas a la caza, terminan por dejarlo porque ya no se disfruta como antes; estamos perseguidos -añade-, nos tachan de asesinos y la gente termina por colgar la escopeta», declara Vicens Manen, cazador y dueño de un importante coto en las proximidades de Barcelona.
Está en contra del pago aprobado por la Generalitat para la captura de los ejemplares: «Es un señuelo, la mayoría pensamos que es mejor que no nos den nada porque es pan para hoy y hambre para mañana en un problema -la superpoblación- que además no es competencia ni responsabilidad nuestra sino del Estado», resalta. Así que no tiene dudas: «Que salga el Ejército a matar a los jabalíes».
En este sentido, este veterano cazador lamenta que, además de la «pequeña cantidad» que se ha ofrecido, las exigencias a cambio son elevadas, como el número mínimo de ejemplares anuales por collas (cuadrillas) -80-, y la obligatoriedad al recibir cantidades de abonar impuestos y trámites para ello en sociedades que en la actualidad están catalogadas como sin ánimo de lucro.
«Queremos cosas más importantes, no subvenciones, como facilidades para agilizar todos los trámites administrativos, que son cada vez más farragosos, con mayores restricciones para organizar batidas nocturnas, señalizaciones, elevados costes de seguros. En definitiva estamos muy castigados y señalados y sin ninguna mesa de diálogo abierta con la administración», denuncia.
ALIMENTACIÓN SUPLEMENTARIA
Los ecologistas esgrimen una postura muy diferente. Pablo Ramos, además de coordinador de Ecologistas en Extremadura, es el representante de estas organizaciones en el Consejo Regional de Caza, y pone el acento en la alimentación suplementaria y artificial. Según denuncia, introducen los cazadores sobre todo en los meses de verano para que los jabalíes no se marchen de las zonas cercanas a los cotos privados y deportivos de cara a agruparlos para la siguiente campaña de caza.
«Se trata de la creación de granjas artificiales de jabalíes que luego se sueltan para la caza dentro del coto», critica para calificar de «disparate» las subvenciones aprobadas en Cataluña: «No servirá de nada y se reproducirán en mayor número y antes». Para este ecologista, es primordial controlar las fuentes de alimentación que se dejan a conciencia en el campo durante los meses de julio, agosto y septiembre. También las que se producen en las ciudades, «a las que los jabalíes acuden porque encuentran restos de alimentos en las basuras», asegura. Por lo que se necesitaría más vigilancia.
De hecho, este pasado viernes, el alcalde de Cáceres, Luis Salaya, pidió a los vecinos que no dejen las bolsas de basura fuera de los contenedores que puedan servir de reclamo a estos animales. Además propone la esterilización de ejemplares, con pastillas formadas por componentes químicos, para reducir la población de ejemplares.
Por último, no comprende, salvo que sea premeditado, cómo es posible que esté disminuyendo el número de cazadores en el territorio nacional y, sin embargo, suba el número de piezas de caza mayor. A su entender, la sobrepoblación de los jabalíes, es un verdadero quebradero de cabeza para miles de agricultores y un serio problema de salud pública para todos los ciudadanos.
Fuente. elmundo.es
Porque muchos cotos de caza en Asturias el límite de piezas son dos , si dicen que en España hay muchos y vas al monte no hay tantos , estarán en las ciudades como no quien los molestan que quedan en cualquier matorral y encima consiguen la comida rápida , como siga así no habrá un millón sino muchos mas , la solución sería para mí cazarlos todo el año y cupos no limitados , FELICIDADES SOY LOS MEJORES ???