Pese a que la media veda en general está siendo floja, los cazadores más constantes siguen insistiendo y colgando las que pueden. No es poco. La fé, la lucha, el no darse nunca por derrotado es propio de nuestros mejores. Tampoco hay que confundir lo que debe ser una afición controlada con un torbellino de superaciones propio de una época extremadamente competitiva como la que vivimos. “He colgado el que más”, “Para las tantas ya se habían retirado mis compañeros”, “Tengo el mejor perro”, son expresiones en boca de algunos cazadores que salen al monte con el único afán de superar a sus compañeros, convirtiéndolos en meros contrincantes y sin valorar la verdadera esencia de este arte que no es ni más ni menos que saber interpretar el cómo y el cuándo.
El verdadero cazador debe ser un hombre de vivencias y nunca de arrogancias, valorando, eso sí, los resultados pero nunca como un objetivo concreto sino como una andadura más, a poder ser la más perfecta. Y no se trata de sacarle punta a quienes se afanan en conseguir los máximos logros, que tampoco es malo si estos están de alguna forma regulados con la densidad de los animales motivo de caza en una zona determinada. El problema radica en controlar la verdadera vanidad y poder hacerse verdadero acreedor al apelativo de cazador con la enjundia y hondura que este nombre conlleva.
Gracias a la ingente labor de las sociedades de caza, muchas veces poco agradecida por esos que exigen milagros sin aportar nada. La figura del cazador responsable y amante de la naturaleza, está pasando de ser injustamente denostada a ser vista como necesaria y engarzada con un ecologismo de cuerpo entero. Pero es conveniente ir avanzando en esta materia, ir sensibilizando si cabe aún más a ese sector minoritario y apático, al cual le cuesta coger la onda del cazador moderno y respetuoso con la Naturaleza.
No es el caso de nuestros mejores, esos que como otros muchos jóvenes supieron en años difíciles apostar por esa nueva figura. Ejemplo a pie de campo y apoyo a sus dirigentes. Como el que aportó el abogado durangués José Luís Azpiroz, cazador y buen compañero, a quien el próximo año durante la fiesta del Cazador y Pescador a celebrar en Dima (Bizkaia) se le entregará un diploma en agradecimiento a su labor.