Cinco personas murieron por disparos fortuitos de escopeta en Cataluña, Galicia y Aragón durante el pasado mes de noviembre. Aparte de lamentar estos accidentes, esporádicos para la gran actividad que se despliega durante la temporada de caza, no hay que dejar de insistir en la prevención.
El primer siniestro se produjo el día 4 de noviembre en L???Albi (Lleida) cuando un hombre de 53 años falleció al disparársele el arma mientras cazaba conejos. El 18 de noviembre murió un joven de 22 años en el municipio lucense de Vilalba, también por un disparo fortuito de su propia escopeta. El mismo día otro joven de 24 años resultó abatido de un disparo mientras participaba en una batida de jabalíes en Vila de Cruces (Pontevedra).
Una semana después, un tiro acabó con la vida de otro de 55 años en Luesia (Zaragoza). La víspera, un hombre que recogía castañas pereció en León por disparos fortuitos de un cazador.
Tal y como explica el navarro Miguel Iñigo Noain en su ???Manual de riesgos y seguridad en la práctica de la caza???, ???está comprobado estadísticamente que el número de accidentes debidos al uso de armas, no supera el tercio de todos los ocurridos durante el ejercicio de la caza???. Ello porque ???la mayoría de cazadores tienen una larga tradición y experiencia en el uso de armas y son conscientes de que la herramienta que tienen en las manos es potencialmente peligrosa???.
No obstante, puntualiza, no está de más observar unas normas de seguridad fundamentales. ???Manteniendo actitudes y comportamientos seguros y respetuosos conseguiremos reducir el riesgo de accidentes y mejorar la imagen del cazador ante todas aquellas personas que comparten con nosotros el uso y disfrute de la naturaleza???, anima.
NORMAS DE SEGURIDAD. Estas son sus indicaciones: cada vez que se saque un arma del armero, de la funda, ya la enseñe o preste otra persona, lo primero es comprobar que se encuentra descargada. Esta maniobra debe realizarse abriendo el cerrojo o el arma y verificando que tanto la recámara como el cargador o almacén están vacíos. Ello con las máximas precauciones y apuntando a un lugar seguro. Aunque se tenga la seguridad de que el arma está descargada, hay que manejarla con el mismo respeto y precauciones que si estuviera cargada, evitando apuntar o hacer gestos hacia objetivos que no sean absolutamente seguros.
Antes de cargarla hay que asegurarse de que se encuentra en perfectas condiciones, limpia y sin obstáculos en el cañón. También es preciso comprobar que la munición es la adecuada y se encuentra en buen estado. Si durante el transcurso de la caza se cree que algún obstáculo (tierra, etc.) ha podido entrar en el arma se descargará previamente para revisarla y limpiarla. Puede que en algún momento de la cacería el arma se encasquille o sufra cualquier tipo de interrupción o avería. Se intentará resolver el problema después de descargarla y orientar el cañón hacia un lugar seguro.
La descarga del arma también se hace precisa siempre que se atraviese un obstáculo (tapia, alambrada, acequia, etc.) al entregarla a un compañero del que se recibe ayuda, al detenerse para hablar con otra persona, al dejarla para almorzar o comer o en cualquier otra circunstancia en que la prudencia así lo aconseje.
APUNTAR A ZONA SEGURA. Durante la acción de caza, los cañones del arma deben ir dirigidos siempre hacia zonas seguras, nunca hacia otros cazadores o zonas habitadas. Hay que llevar el arma con el seguro puesto y con el dedo apartado del disparador hasta encararla para efectuar el disparo. Esta acción nunca deber realizarse salvo sobre los animales objeto de la caza y una vez de que estén perfectamente identificados. Jamás sobre matas, bultos, sombras o cualquier otro objeto dudoso.
Al disparar hay que ver claramente cuál es el punto final de la trayectoria de los perdigones o de la bala. No hay que disparar sobre animales que se recorten contra el horizonte pues en caso de no acertar no se podrá controlar dónde puede impactar la bala. Una bala de rifle tiene capacidad de producir graves lesiones en distancias que pueden ser de varios kilómetros.
Tampoco se debe disparar contra el agua u otras superficies que puedan provocar rebotes de las balas o perdigones.
En la modalidad de caza a rececho, el arma debe ir sin bala en la recámara hasta que el disparo sea inminente. Si se decide no efectuarlo, no se debe olvidar volver a vaciar la recámara.
Existen armas, generalmente monotiro, que permiten llevar una bala en la recámara pero con el sistema de percusión desactivado. No conviene fiarse del seguro tradicional: al no bloquear el percutor existe una pequeña probabilidad de que ante un golpe el arma pueda dispararse. Las armas deben ir descargadas y enfundadas hasta llegar al puesto. Hay que repetir esta operación igualmente al acabar la batida, espera u ojeo antes de abandonar el puesto. Una vez realizado el disparo o habiendo decidido no hacerlo se pondrá el seguro.