Desde los 90
del siglo pasado la
población del lince
ibérico viene
soportando un declive
abrumador. Hasta esos
momentos había algo
más de un millar de
estos felinos vagando en
libertad.
El número de
ejemplares a día de
hoy se estima en torno a los
310. Y la principal causa de
mortalidad es la carretera.
Los atropellos suponen cerca
del 40 % de las muertes del
lince. Las peleas, la caza
ilegal y sobre todo las
enfermedades, el 60 %
restante. Unas cifras que
diezman la capacidad de
recuperación de un
animal que se encuentra,
según los estamentos
internacionales, en peligro
crítico; es decir, a
menos de un suspiro de la
extinción
total.
Esta misma semana, en
una de las dos únicas
zonas constatadas donde el
lince está presente
en España
(Doñana y Sierra
Morena con sus
estribaciones) otro ejemplar
fue atropellado. Si entre el
2009 y el 2011 el
número de atropellos
mortales fue de 12 linces, en
el bienio 2012-2014 la cifra
aumentó hasta los 40
muertos. Estos
últimos datos hablan
de una evidencia: que para
este felino único en el
mundo son los peores
resultados desde la
última
década.
Aunque los nacimientos
y expansión del lince
es un hecho contrastado, su
crecimiento no compensa,
pues mueren más en
las carreteras que los que
nacen en libertad. La
población
aumentó un 17, 3 %,
una cifra que anima a luchar
en firme para corregir las
deficiencias en la
conservación y futuro
del animal.
Los ecologistas han
denunciado una vez
más la
situación del
último gran felino
ibérico. Critican que
el Gobierno central y los
autonómicos
(Andalucía, Castilla-
La Mancha) hagan caso
omiso de sus
recomendaciones.
Revisar los vallados de
las vías de
comunicación, limpiar
los riegos y cunetas,
así como una
verdadera
planificación de pasos
reduciría,
según aseguran
desde WWF España,
un 90 % de las muertes de
lince por atropello. Existen
una serie de puntos negros,
cuatro en concreto, que se
han denunciado por activa y
por pasiva y todavía
no han sido subsanados,
advierten los ecologistas. En
uno de estos es donde se ha
producido la última
muerte de un ejemplar. Solo
este año ya han
quedado bajo las ruedas de
un vehículo 19
linces.
Pero, ¿a
qué se debe el
incremento de accidentes?
Todo apunta a que el bum
natalicio obligó a los
linces a expandir su
territorio, lo que se tradujo
en más movilidad y
consiguiente peligro a la hora
de cruzar carreteras y
vías férreas
no siempre adaptadas para
que el felino las salve con
garantías.
Además, la
búsqueda de
alimento -especialmente de
conejo, su base en el
menú- le obligan a
recorrer mayores distancias,
ya que la población
de estos roedores
descendió por el virus
hemorrágico.
Es cierto que nacen
más linces que en el
2009, pero la
ampliación de
carreteras, el asfaltado de
caminos rurales y un
pésimo
mantenimiento de cierres
impiden que la
población tenga el
futuro asegurado. A ello hay
que añadirle el cambio
climático que, para
algunos expertos como el
profesor universitario Miguel
Araújo, daría
la estocada definitivo al lince
en menos de 40 años,
afirma.
Las miras están
puestas una vez más
en la cría en
cautividad y ahora en la
posibilidad de que muchos
linces sean trasladados hacia
el norte (donde
habría una mejor
adaptación al cambio
climático) para
repoblar zonas en las que
hace menos de cien
años estos felinos
esquivos ya habitaban.
Extremadura ya lo
está intentando y
Castilla-La Mancha ha
realizado un estudio con el
mismo fin. Portugal pretende
que desde Andalucía
los linces regresen tras
cruzar la frontera. Si un
coche no se lo impide.