Lo que estaba
llamado a ser una jornada de
caza entre un grupo de
amigos, acabó en
tragedia. Un cazador de 46
años perdió la
vida ayer en el barrio
Lezesarri de Oñati, al
recibir un disparo accidental
en la cabeza cuando
participaba en una batida de
jabalíes junto a otros
diez compañeros.
Eran las 14.20 horas
cuando se produjo el fatal
siniestro. La mala fortuna se
cebó con Jose M.
Biain Guridi, de 46
años y vecino de
Oñati, que
resultó alcanzado de
manera accidental por el tiro
de un compañero, con
tan mala fortuna que
acabó
impactándole en la
cabeza y que le
provocó la
muerte.
Según
informó el
Departamento vasco de
Seguridad, una persona
alertaba a esa hora al 112
del suceso, ocurrido en el
barrio oñatiarra de
Lezesarri.
Al parecer, una de las
personas que participaba en
la batida disparó
contra un jabalí, que
habría rebotado y
alcanzado a la
víctima en la cabeza.
A partir de ese momento se
ponía en marcha el
dispositivo de emergencia
que, sin embargo, no pudo
más que certificar la
muerte del cazador.
Al lugar del suceso se
desplazó asimismo
una dotación de la
Er-tzaintza así como
una comitiva judicial que
decretó el
levantamiento del
cadáver. El cuerpo
fue trasladado al Instituto de
Medicina Legal de Donostia,
donde le será
practicada la autopsia.
Jose M. Biain Guridi
tenía 46 años,
estaba casado y tenía
dos hijos de 9 y 16
años.
Según
informó el
Departamento de Seguridad,
la batida contaba con todos
los permisos legales de la
Diputación de
Gipuzkoa.
HACE UN AÑO EN
HONDARRIBIA Este siniestro
volvió a sacudir al
mundo de la caza en
Gipuzkoa, que no
sufría un accidente
mortal desde hace poco
más de un
año. Entonces, el 19
de octubre del pasado
año, un cazador
irunés fallecía
en Hondarribia al caer desde
un puesto de caza situado a
unos 15 metros de
altura.
Aquel día
Ángel Soarte se
encontraba en el mencionado
puesto, ubicado en las
cercanías del campo
de tiro de San Telmo, en la
zona del faro de Higer, en
compañía de
su hermano. Algunas fuentes
informaron entonces de que
el fallecido padecía
epilepsia y que pudo haber
sufrido un ataque de esta
enfermedad que le hizo
precipitarse al suelo desde lo
alto del puesto, sin que sus
acompañantes
pudieran sujetarlo a tiempo.