Este lunes 31 llegará la veda en el territorio histórico de Bizkaia para la caza menor, aunque la última jornada hábil para el jabalí en batida será un día antes, el domingo 30, y con la salvedad de la caza de la becada, que durará hasta el próximo 13 de febrero, solo con autorización expresa y en terrenos de régimen cinegético especial, una medida muy controlada y que afecta a menos de la mitad del territorio hábil de Bizkaia.
Aunque en cuanto a sordas, enero no está siendo un mes precisamente muy “hábil” por la escasez de pájaros y en los montes hace muchas jornadas que se han dejado de oír los campanos y collares electrónicos, a sabiendas de que quedan algunas becadas, pero que a estas alturas del calendario se las saben todas para evitar el contacto con los bregados canes y sus amos. Ni siquiera estos últimos días con temperaturas gélidas y heladas se ha notado algún mínimo movimiento de esta ave. Unos cuantos sorderos vizcainos incluso declinan acudir a los montes en pos de estas supervivientes y casi con la mirada puesta ya en la larga veda que comenzará la semana que viene.
Haciendo un repaso, en Bizkaia la media veda resultó otro año más nefasta. Se abre muy pronto en verano y se cierra en fechas en las que aún pueden pasar tórtolas, que son las aves protagonistas de finales de agosto y septiembre. En las zonas de costa y bosquetes de interior su presencia ha sido casi nula. Sólo en algunos arbolados costeros y cuanto más al este quedan los últimos vestigios del pase de la más pequeña paloma europea. En un par de décadas el descenso ha sido espeluznante. Porque para la codorniz, hay que adentrarse hacia las zonas de interior, alavesas o castellanas para poder toparse con alguna africana, eso sí, siempre con el concurso del perro. La cosecha tardía y la apertura conjunta propició una campaña estupenda, pero esa es harina de otro costal. Volviendo al cazador de a pie vizcaino, la temporada de pase en puestos comenzó de forma prometedora y espectacular, con la precipitada llegada de malvices días antes y en el propio 12 de octubre. Pero luego el “pase” en sus fechas “tradicionales” la verdad es que dejó mucho que desear. Sí hubo algunos días más, contados, de pase de malvices, pero la ausencia de palomas torcaces resultó estremecedora, demasiado respecto a las últimas décadas y con registros negativos que no recordaban ni los más veteranos. Ni siquiera varios viernes de finales de octubre e inicios de noviembre los bandos de azuladas cruzaron nuestros cielos. Ni con vientos del sur y del suroeste, desconcertando incluso a propios y extraños. Algunos aseguran que pasaron, aunque por otros sitios y a alturas considerables, otros creen que se quedaron de Pirineos para arriba. Las noticias de tierras portuguesas y de Extremadura, tradicionales destinos de las torcaces por sus dehesas, hablaban de una menor llegada de palomas. Que desde luego no sobrevolaron nuestros cielos, lo que abre el cajón de teorías y suposiciones más diversas para explicar tal notable ausencia.
Y en becadas algunas, pocas, llegaron muy pronto en octubre pero luego la primera oleada seria de sordas se retrasó hasta finales de noviembre y primeros de diciembre, que de forma salteada se dejaron ver hasta las fiestas navideñas.
Al menos, quizá por concienciación o quizá por la presencia de diversos agentes, las “esperas” a la sorda parecen haber disminuido en nuestro territorio. Algunos lo achacan a que ha habido menos sordas, que puede, pero en cualquier caso no deja de ser un buen síntoma para todo el colectivo de cazadores vizcainos. El mismo que en apenas cuatro días sufrirá de nuevo la veda hasta finales de verano. Ya falta menos para la siguiente.
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