La
población de
jabalíes aumenta y el
daño en sus cultivos
también. Agricultores
de Améscoa piden
batidas para que los
destrozos en sus fincas ahora
de cereal y heno, aunque
siempre van a estar
ahí, puedan reducirse
al menos.
Es mucha impotencia la
que sienten cuando vuelven a
sus propiedades por la
mañana y comprueban
que estos animales han
echado por tierra no solo el
trabajo del día
anterior sino el cuidado de
meses. “Se siente
frustración cuando
ves aquello, cuando ves que
de una hectárea te
han estropeado
media”,
comentó el agricultor
y ganadero de Zudaire Juan
Carlos San Miguel
Bacaicoa.
Hociquean en sus
parcelas sembradas y les
hacen perder parte de su
recolección porque en
la mayoría de las
ocasiones ya no hay tiempo
para volver a sembrar
aunque se resignen a asumir
ese tiempo y dinero extra.
“Cuando se puede hay
que volver a gastar en
semillas, en abonos, en
maquinaria, en gasoil…
Hay zonas donde siembran,
abonan y cosechan sin
problemas. Aquí
todos los años la
misma historia. Siempre hay
destrozos”,
comentó San Miguel,
harto igual que
compañeros suyos de
profesión como
Esteban
Íñiguez
García de Eulate (de
Zudaire), Miguel Bados
Azpilicueta (San
Martín) o Eduardo
San Martín
Azpilicueta
(Baríndano). Entre
los cuatro suman 150
robadas afectadas de octubre
a esta parte.
Los jabalíes, que
son omnívoros,
buscan raíces y las
lombrices que genera el
estiércol que ellos
esparcen. Lo hacen en su
trayecto de la sierra de
Urbasa, donde se cobijan, a
Lóquiz, a donde
acuden a comer bellota todos
los días. Y pueden
entretenerse tanto en la ida,
más abundante en
número, como en la
vuelta. “Bajan de
Urbasa al atardecer, ahora
sobre las siete, cuadrillas de
hasta 17 ejemplares y te
arrasan todo. Son grandes.
Ya pesarán unos 130
kilos”, dijeron. Por el
día es muy raro
verlos. “Los
observamos por la noche y
no podemos hacer
más que eso: verlos.
No puedes espantarlos.
Hemos puesto perros, se ha
probado con el vallado
eléctrico -que te lo
cede el coto- y nada da
resultado. El otro día,
me contaron, que
había siete
jabalíes metidos en
una finca bordeada con este
pastor eléctrico.
Entran igual”,
comentó Esteban
Íñiguez. Su
explotación ha sido
muy castigada, con
daños en 100 robadas.
“Remueven todo y
hacen hoyos que
después estropean las
máquinas al pasar. A
mí me han fastidiado
el heno. Una parte
resembré y la han
vuelto a
dañar”,
asintió con
resignación.
MÁS
COMPRENSIÓN DEL
COTO
Piden más
comprensión por
parte del coto de caza de
Améscoa porque ellos
son los perjudicados.
“Esto no es algo
contra los cazadores ni
queremos acabar con la
especie ni mucho menos.
Solicitamos acuerdos
razonables”,
coincidieron.
¿Qué
proponen?: alargar la
campaña de caza y
realizar batidas. En
Améscoa la caza del
jabalí se permite del
1 de septiembre al 31 de
enero los jueves, fines de
semana y días
festivos.
Ellos plantean extender
este periodo hasta el 31 de
marzo, como en el resto de
Navarra, y llevar a cabo dos
batidas entre el 15 de
diciembre y finales de enero
al ser entonces cuando
Urbasa está cerrada
para el ganado. “No
significaría caza
agresiva para nada. Cada vez
hay más
población. No tienen
depredador y las hembras
paren mayores camadas.
Ahora son de cinco o seis
crías. Alrededor del
palacio de Urbasa merodean
unos cuarenta
jabalíes”,
añadieron San Miguel
e Íñiguez.