Ganaderos y cazadores de Los Pedroches están alertando a la opinión pública de los daños que la población incontrolada de cigüeñas está provocando en el ecosistema. El alto número de ejemplares de estas aves protegidas, unido al hecho de que muchas parejas ya no emigran, presumiblemente por el cambio en el clima, y permanecen todo el año en la comarca está produciendo un desequilibrio en el medio natural que está causando preocupación. Así lo ha puesto de relieve Miguel Moreno, ganadero desde hace décadas en la comarca de Los Pedroches, quien afirma que si hace años los nidos de cigüeñas se veían en zonas concretas, ahora estos se han multiplicado.
La cigüeña come reptiles, nidos y crías de perdices, codornices y otras especies. «Yo observo cómo cazan», dice este ganadero, que señala que en muchas zonas de Los Pedroches ya no se ven ejemplares de cujás, trigueros, zurriagas o alondras reales, hecho del que también culpa a la población de urracas, que, al igual que las cigüeñas, han crecido. Moreno dice que «ahora no hay nada más que pájaros de los que anidan en los huecos de las encinas o en los tejados, como gorriones y tordos».
Con muchas horas de observación en el campo como consecuencia de su labor profesional, este ganadero señala que «una cosa es el trabajo en los despachos y otra muy diferente la experiencia que da el día a día pateando el terreno», por lo que pide que los técnicos tengan en cuenta la experiencia de los hombres del campo y sus puntos de vista. Esta apreciación y preocupación también la comparten los cazadores, quienes han visto mermadas las especies de caza menor. En muchos casos tienen que recurrir a granjas para repoblar las fincas porque ya no hay población silvestre. También ellos culpan en gran medida a la presencia incontrolada de cigüeñas.
Los cazadores afirman que la cigüeña es un depredador que hace mucho más daño a la caza menor que los zorros o los jabalíes. Ignacio Herruzo, presidente de la Sociedad de Cazadores de Pozoblanco, dice que las cigüeñas están ya prácticamente todo el año en la zona y comen desde perdices a liebres pequeñas o conejos. Afirma que, como son aves protegidas, «nadie te hace caso» y, por ese motivo, no se han dirigido a la Administración para que tomen conciencia del problema. Ha añadido que estarían a favor de que se llevara a cabo alguna acción que regulara su número. Por ello ganaderos y cazadores piden a la Administración, frente a quienes niegan esos daños, que se hagan estudios serios sobre el impacto de la población incontrolada de estas aves y un plan de actuación.