Con la llegada de las primeras becadas a la cornisa cantábrica los cazadores preguntan cada vez más si la presión que se les está ejerciendo empieza a ser un problema. Hay teorías para todos los gustos, pero justo es decirlo, la mayoría de ellas carece de soporte científico.
Bien es cierto que el hecho de coger un perro y salir al monte a cazar sordas no convierte a los nuevos aficionados en especialistas en la materia.
Pasarán años de duro bregar hasta que logre preparar un buen perro. ¿Cuántas sordas habrá levantado antes sin que el perro esté presto a ponerlas, dejándolas para el cazador que venga por detrás?
En cualquier caso, siempre es bueno que tengamos un amplio colectivo de sorderos, verdaderos cazadores de a pie y con perro, respetuosos y sufridos, amantes del mas depurado arte cinegético.
Del mismo modo que entiendo que para ser un buen cazador de jabalíes antes de situarse en el puesto conviene acompañar a los perreros una temporada.
Soportarían menos las becadas si pudiésemos contar con mas perdices, liebres o conejos.
Para fortuna de los cazadores vascos las becadas han escogido preferentemente como lugar de invernada nuestros montes, de ahí la cambiante nomenclatura local que se aplica: becadas, sorda, ollagorra, arcea, dama del bosque, chocha perdiz, pitorra,…
En cuanto a sus desplazamientos hace su entrada con los vientos del primer cuadrante – es decir, del Norte, Nordeste y Este – dependiendo siempre de los factores climatológicos, y que la luna nueva sea la fase más favorable para su entrada.
Por cierto, no sé si está bien que algunos cazadores vayan a cazarlas al extranjero y hagan perchas espectaculares.
Cargando...
