El biólogo y bloguero Valentín Velasco explica lo que denomina ‘la fiebre del oro’, tanto de una especie como de la otra
La llegada del buen tiempo, de los períodos vacacionales y el hecho de que el mayor número de horas de luz diurna permitan prolongar la jornada de pesca, son alicientes más que suficientes para que se dispare lo que algunos aficionados comparan con “la fiebre del oro”. Por si fuera poco, quienes participan de esta actividad pueden disfrutar de una afición que además de placentera puede resultar muy provechosa, ya que es una opinión generalizada que “cualquier día en el mar es mucho mejor que un día en la oficina”.
En realidad, podríamos señalar que hay dos ‘fiebres’, porque dos son las ‘estrellas’ de la temporada, y tanta pasión muestran aquellos aficionados que salen a por txipirones como quienes buscan el bonito.
Para practicar la pesca de una u otra especie es necesario disponer de una embarcación, aunque la pesca del txipiron se realiza más cerca de la costa o de las playas, mientras que para la pesca del bonito es necesario practicar la pesca en altura. Pero tanto para tomar parte en una modalidad como otra “es necesario madrugar mucho. He visto que para las cinco menos cuarto de la mañana los aficionados ya salen a coger sitio para intentar hacerse con el txipiron pequeño”, apunta el biólogo, cocinero aficionado y editor del blog pescaygastronomia.blogspot.com, Valentín Velasco.
La campaña de este cefalópodo que ha comenzado hace escasas fechas se prolongará durante todo el verano, “desde julio hasta septiembre” como señala Velasco, quien apunta que “debe haber bastante porque se ven muchas motoras y desde todos los puertos se ve gente que sale temprano para coger su sitio. Hay una verdadera ‘fiebre del txipiron’ y a todos los aficionados se les ponen los ojos brillantes cuando reiteran: ‘hay txipiron, hay txipiron”.
El ’rey del verano’
También madrugan quienes practican la pesca de altura, con el bonito como protagonista, en gran medida porque los caladeros están a una distancia considerablemente mayor. Velasco reconoce que tanto para él como para quienes practican esta modalidad, el bonito es el verdadero ‘rey del verano’.
Desde finales del pasado mes de junio, los pescadores de esta especie han podido capturar ejemplares que se caracterizaron por “ser de un tamaño bastante pequeño, aunque ahora ya se están capturando algo más grandes, de entre diez y 12 kilos” señala. Cree, además, que la diferencia de tamaño entre los primeros y los que se están consiguiendo en estos momentos se debe a que “son poblaciones diferentes”, aunque añade que en ambos casos “para la captura de cada ejemplar hay que pelearlo bastante”.
Uno de los principales problemas a los que tienen que hacer frente quienes buscan esta especie, cuyo punto álgido llega durante los meses de agosto y septiembre, es la estacionalidad y las limitaciones establecidas para sus capturas. Los cupos establecidos resultan insuficientes para los aficionados, que no entienden que “nos metan en el mismo saco que a los pescadores profesionales, ya que, si ellos tienen un buen año, el cupo se agota enseguida y a nosotros nos dejan sin apenas margen de actividad”.
“El año pasado, para mediados de agosto, se cerró la costera del bonito porque se había consumido el cupo establecido. Habrá que ver qué sucede este año, pero es casi mejor que los profesionales vayan pescando menos cada vez y hagan buen precio, en lugar de pescar todos a la vez, como sucedió el año pasado, con lo que desciende el precio de forma considerable. Con esa normativa, el cupo establecido se agota demasiado pronto”, critica Velasco. Lo interesante, apunta, “sería poder prolongar la campaña hasta septiembre que es, además, cuando mejor está el bonito”.
Además, las cantidades permitidas para cada embarcación de recreo están limitadas a un máximo de cinco ejemplares por cada licencia, mientras que el máximo autorizado para cada barco de esas características es de 20 piezas.