Cazado mamuts con trampas hace 15.000 años
Tras casi 10 meses de excavaciones, en México se han recuperado 824 huesos que corresponden a por lo menos 14 mamuts que vivieron durante el Pleistoceno y que murieron tras caer en dos trampas excavadas hace 15 mil años.
Tultepec es conocido como “La tierra de la pirotecnia”, sin embargo, gracias a las excavaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quizá se debería replantear esta denominación y cambiarla por “tierra de mamuts”. El reciente descubrimiento de un contexto inédito de cacería de mamuts representa un punto de inflexión «sobre lo que hasta ahora imaginábamos fue la interacción de bandas de cazadores-recolectores con estos enormes herbívoros”, ha explicado Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del INAH. Y es que según Sánchez Nava, este hallazgo cambia esa escena “azarosa” y “eventual” que los libros de texto manejaban sobre la caza del mamut: la de un animal al que se atacaba únicamente cuando caía en un pantano. Por el contrario, estas nuevas excavaciones demuestran el aprovechamiento del medio y la organización social alcanzados por los primeros pobladores de la Cuenca de México para emprender esta actividad de cacería.
Una trampa para cazar mamuts
Hace tres años, en el mismo poblado de San Antonio Xahuento se encontró la osamenta casi completa de uno de estos proboscídeos. A principios de este año aparecieron algunos restos óseos de mamuts en una excavación que se realizaba para el confinamiento de desechos, lo que puso en alerta a los investigadores.
En tres de los perfiles expuestos por esa gran excavación (de 40 por 100 metros de anchura y 8 de profundidad) llamó la atención de los investigadores una serie de cortes verticales en la disposición de los estratos. Se trataba de dos fosas con paredes de casi 90 grados, de 1.70 metros de profundidad y 25 metros de diámetro, que fueron utilizadas como trampas destinadas a estos proboscídeos.
Algunos grandes cortes
Tras casi 10 meses de excavación en “Tultepec II” se han recuperado 824 huesos sin relación anatómica en su mayoría, correspondientes a 14 mamuts distintos. Los restos de ocho de ellos proceden de las dos primeras unidades de excavación localizadas en la esquina suroeste del terreno; mientras que los vestigios de otros seis fueron rescatados al norte del mismo, en la tercera unidad de excavación. Según los científicos, dentro de esas fosas, por debajo de los 3.50 metros, se han recuperado ocho cráneos, cinco mandíbulas, un centenar de vértebras, 179 costillas, 11 escápulas, cinco húmeros, además de ulnas (cúbitos de un hueso largo), pelvis, fémures, tibias y otros huesos “pequeños”.
Un lugar clave para los mamuts
Aunque los restos de 14 mamuts quedan por debajo de los registrados en sitios del norte y este de Europa —donde se han llegado a encontrar vestigios de 100 o 166 mamuts—, “Tultepec II” puede considerarse uno de los lugares más importantes que contienen restos de mamuts y que permiten comprender mejor la relación entre los antiguos pobladores y estos animales.
De hecho solo existe el antecedente en Japón de trampas cónicas con 40.000 años de antigüedad, para mamíferos de mediano tamaño. De hecho, según los investigadores, posiblemente no sean las únicas trampas de mamut en el área. En San Antonio Xahuento se han observado tres sitios próximos con más restos, por lo que podría tratarse de una especie de “línea de trampas”, una estrategia que permitiría a los cazadores reducir el margen de error en la captura de los ejemplares
Un escenario de cambio climático
Al final del Pleistoceno existía una gran inestabilidad climática. La congelación de los polos provocó una bajada del nivel del mar y algunas zonas pasaron a estar más secas, como la Cuenca de México. En ese sentido, las trampas prehistóricas de Tultepec, fueron excavadas en la arcilla del fondo del Lago de Xaltocan, hace aproximadamente 15.000 años, cuando sus niveles descendieron y dejaron expuestas grandes llanuras. Este fenómeno mundial coincidió con uno local: la gran erupción del Popocatépetl hace 14.700 años, lo que que motivó una gran movilización de animales y humanos hacia el norte de la Cuenca de México, donde la caída de ceniza volcánica fue menor.
La gigantesca erupción del volcán Popocatépetl movilizó miles de animales y humanos hacia el norte de la Cuenca de México, donde cayó menos ceniza volcánica
La deposición de finas capas de ceniza, entre y por encima de varios de los huesos de mamut recuperados, así como la presencia de bentonita (arcilla del lecho lacustre) sobre otros, permite fechar tentativamente este contexto y especular su uso continuo a lo largo de 500 años. No obstante, el registro de más restos por encima de las fosas, es evidencia de que una vez recuperado el nivel del lago y rellenadas las fosas con la descomposición de tules, carrizos y demás vegetación acuática, esta zona continuó siendo un “cementerio de mamuts”.
Grupos de entre 20 y 30 cazadores azuzaban a la manada con antorchas y ramas, hasta separar a algún ejemplar y dirigirlo a estas trampas
Según los informes de los científicos, grupos de entre 20 y 30 cazadores azuzaban a la manada de mamuts con antorchas y ramas, hasta separar a algún ejemplar y dirigirlo a estas trampas. Una vez allí, era rematado hasta la muerte desde fuera para después aprovechar su piel, su carne y sus huesos.
La Cuenca e México durante el Pleistoceno
Según Salvador Pulido, director de Salvamento Arqueológico del INAH, las excavaciones en “Tultepec II” representan “la punta del iceberg” para comprender lo acaecido en la Cuenca de México durante el Pleistoceno: “aquí tuvimos la oportunidad de contar con perfiles de decenas de metros, por eso advertimos que estábamos literalmente dentro de trampas prehistóricas. Podríamos plantear que en otros salvamentos arqueológicos hemos estado en un contexto similar, pero los límites de las excavaciones solo nos dejaban ver estratos horizontales”.
Por eso, explicó en una rueda de prensa, valdría la pena realizar prospecciones con georradar para descartar o validar la hipótesis de que se encuentren más fosas en la zona, incluso llevar a cabo sondeos arqueológicos en las faldas del Cerro de Tultepec, donde debieron estar los campamentos de los cazadores-recolectores. En tanto, los materiales recuperados permitirán ampliar estudiar tratar temas poco abordados, como las enfermedades que aquejaban a estos enormes animales del pleistoceno que en su día campaban a sus anchas en lo que ahora es Ciudad de México.
Fuente. National Geographic