Científicos alertan de la “extinción silenciosa” del gato montés
El gato montés prácticamente se ha desvanecido del sur peninsular en apenas una década. Los investigadores apuntan a la expansión de los gatos domésticos asilvestrados y a la caza furtiva y piden que se actúe con urgencia para no perder completamente la especie ibérica
Entre los científicos presentes en el XIV Congreso de la Sociedad Española de Conservación y Estudio de los Mamíferos, celebrado recientemente en Jaca (Huesca), corría una punzante y angustiosa pregunta. ¿Dónde se han metido los gatos? El gato montés –Felis silvestris– era hasta ahora uno de los carnívoros más comunes en nuestra naturaleza, distribuido por prácticamente toda la Península Ibérica. Algo más grande que los gatos domésticos, los investigadores están asombrados porque la especie prácticamente se ha desvanecido del sur peninsular en apenas una década.
“Es casi seguro que está desapareciendo, pero no tenemos datos. Queremos hacer estudios con trampas de pelo pero no sabemos ni dónde ponerlas, porque en los últimos cuatro o cinco años no hay citas fiables de presencia del felino“, dice el ecológo del Centro de Investigación en Biodiversidad y Recursos Genéticos de la Universidad de Oporto (CIBIO), Paulo Célio Alves. Célio, que estudia especialmente la interacción entre gatos salvajes y domésticos, se muestra desolado ante la pérdida de la especie. “Estamos ante una extinción silenciosa”, alerta.
Los gatos domésticos abandonados pueden transmitir enfermedades como la leucemia felina a las poblaciones salvajes
Alves intuye que la respuesta a esta repentina desaparición puede deberse en parte en la expansión de los gatos domésticos asilvestrados, que o bien son abandonados o simplemente se entretienen saliendo de caza en zonas rurales, aunque estén bien alimentados. “El gato ha sido domesticado, pero no es 100% doméstico. Los gatos asilvestrados o los que deja salir la gente de su casa tienen un impacto brutal en la biodiversidad, cazan pájaros pequeños, lagartijas, roedores…”, asegura Alves.
“En las cámaras trampa que tenemos en las zonas linceras, nos salen más fotos de gato doméstico que de gato montés”, asegura Ramón Pérez de Ayala, experto en lince de WWF. Los gatos domésticos también pueden transmitir enfermedades como la leucemia felina a las poblaciones salvajes. En 2008 se produjo un brote de esta enfermedad en Doñana que mató a un lince e infectó a todos los machos adultos.
El biólogo Francisco García, de la Junta Directiva de la SECEM, apunta a otro posible factor: la persecución directa e ilegal en los cotos de caza menor -conejo y perdiz- del sur de la Península, donde tradicionalmente se ha visto al gato montés como un “competidor”.
“Cuando cazaban uno lo mataban y decían que era un gato asilvestrado, o híbrido. Y nadie controlaba aquello. Se mataron gatos a miles, precisamente cuando yo más andaba por el campo haciendo radioseguimiento, entre 1997 y el año 2000”, cuenta García.
Actuar con urgencia
Este biólogo y Pérez de Ayala pasaron miles de horas en el campo, junto a otros compañeros, elaborando un exhaustivo censo nacional de lince ibérico. Publicado por el Ministerio de Medio Ambiente en 2002, determinó que el felino estaba al borde del abismo. Y ahora estos mismos científicos alertan de una situación similar con el gato montés en la mitad sur de la Península. García explica que, aunque esa persecución de los gatos monteses se ha relajado en la actualidad, el furtivismo podría haber dejado a muchas poblaciones a punto de la desaparición.
Por el contrario, los investigadores no están percibiendo este declive en las reducidas poblaciones del norte peninsular. Allí, especialmente en zonas de montaña, su dieta se centra más en ratas toperas, que excavan galerías y dejan montones de tierra en los prados de siega. “Los paisanos ven al gato como un un aliado que elimina a las ratas que les estropean los prados. Se les respeta y se le persigue mucho menos porque, además, la caza del conejo no tiene la misma importancia que en el sur”, dice García.
Los investigadores portugueses y españoles participantes en el Congreso de la SECEM acordaron lanzar un proyecto a nivel ibérico para intentar determinar cuál es la situación real de la especie. “Hay que hacer algo ya. Es la única especie de felino silvestre ibérico, junto con el lince”, concluye García.
Fuente. El Ágora Diario