Bonifacio se levanta a las 4 de la mañana y se prepara para ir de pesca. La mujer le dice:
– Bonifacio, quédate en casa. ¿Tú no oyes qué aguacero está cayendo?
– ¡No importa! -, dice Bonifacio -. La lluvia no va a parar a un buen pescador.
Sale de la casa y va a la parada de autobuses. Pasa más de una hora mojándose y con una viento fuertísimo, y el autobús nunca llega. Por fin Bonifacio se rinde y vuelve a la casa. Se quita la ropa mojada y, temblando del frío, se mete en la cama, diciendo:
– ¡Qué maldita tempestad!
– ¡Imagínate! Y el idiota de Bonifacio se fue de pesca -, dice la mujer.