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Lobos en la sierra riojana: una «masacre» para la ganadería extensiva

Lobos en la sierra riojana: una «masacre» para la ganadería extensiva

Lobos en la sierra riojana: una «masacre» para la ganadería extensiva

Hablan de «drama oculto» por la escasa densidad de población que copa la sierra riojana. «Mientras el lobo se sitúa como una especie en expansión, el ganadero no deja de estar en regresión», reseña el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores, Tomás Latasa. Entre 2005 y 2018, tan solo se han cazado 12 lobos frente a las 3.252 cabezas de ganado ovino, 25 de vacuno y 6 de equino que han aparecido muertas. Durante el último año, hasta septiembre, se han registrado 593 bajas, todas ellas ovejas, frente a las 267 del año anterior. «Una auténtica masacre».

Estos datos recogidos por el sindicato agrario reflejan que, por cada lobo muerto, hay 271 ovejas y 2 vacas. Un incremento en las manadas de lobos que «campan a sus anchas» por los montes de la región rompiendo con el «equilibrio ecológico de la zona entre lo que son pastos y deforestaciones, y fauna silvestre y doméstica, para que no desparezca la actividad económica principal de la zona», incide Latasa.

Pero estas cifras no dejan de ser las que conciernen al territorio de la Reserva de la Biosfera, porque más allá de esa frontera no se contabilizan, ni se indemnizan, como les ocurre a los ganaderos de la Mancomunidad de Anguiano, Matute y Tobía. Y en consecuencia, muchos de ellos se plantean mantener en pie sus explotaciones. En el último año, Anguiano ha perdido tres ganaderos de ovino y los que quedan buscan apresuradamente nuevos pastores dispuestos a poblar los montes, aunque «el futuro es incierto», indica el presidente de los Ganaderos de este municipio riojalteño, Enrique Serrano.

«Desde 2016 se ha notado un repunte de las manadas, pero la Administración dice que la responsabilidad patrimonial le corresponde al coto de caza de la Mancomunidad. Lo que pasa es que este no dispone de un poder económico para hacer frente a tantas muertes, así que el problema persiste», apunta Serrano. Aunque su ganado vacuno no ha sufrido ninguna baja a causa de los lobos, sí que ha lamentado la muerte de cuatro terneros por ataques de mastines, perros que dirigen y protegen a las ovejas. «Al final se está creando un problema de convivencia entre los propios ganaderos», recalca.

A su vez, estos ataques tampoco dejan inadvertidos a los jóvenes ganaderos que apuestan por el futuro de la sierra. La viabilidad de sus explotaciones se ve comprometida porque las ayudas que reciben están ligadas a la producción y, debido a las bajas ocasionadas por los lobos, no cumplen las tasas de corderos vendidos por ovejas ya que los necesitan como reposición. «Además, con su presencia, las ovejas se estresan más y también sufren más abortos. Da rabia que por causas ajenas a tu manejo del ganado te quedes sin ayudas», apunta Serrano.

El presidente de la Asociación de Ganaderos de las Siete Villas, Pedro Medel, es tajante: «Es difícil proteger a un ganado en extensivo, no puedes cercarlo porque cada noche duerme en un sitio. Y luego los lobos son muy astutos y siempre lo encuentran. La sierra del Alto Urbión está condenada por este animal que está haciendo que no vengan jóvenes y que los que estamos nos tengamos que ir. Pero los ecologistas siguen diciendo que no hay lobos…».

Desde la primavera pasada, Medel ha perdido unas cincuenta ovejas a pesar de llevar consigo nueve mastines. Incide, además, en que la aportación de los lobos a la actividad cinegética, «como dicen algunos», es nula, «porque caza mucho más un cazador, mientras que el lobo solo mata ovejas y vacas». En este sentido, desde UPA demandan unas batallas selectivas, no genéricas en las que «los cazadores van a por ciervos y jabalíes». Medel explica así que desde la asociación «pagan cada lobo cazado a 1.300 euros para motivar a los cazadores, pero hay pocos resultados».

Desde Ventrosa, el ganadero Ricardo Rueda contabiliza unas 40 bajas anuales desde 2010. Con cerca de 600 cabezas de ovino, en sus 35 años en el sector asegura que nunca había visto tantos lobos en la sierra, «y cada vez va a haber más porque crían y no los matamos, así que habrá que vender las ovejas». Y sin ganadería, principal actividad de la zona donde mejor se puede desarrollar, ¿quién estaría dispuesto a vivir en un pueblo así? Rueda sabe que se jubilará siendo ganadero, pero de no haber lobos, su trabajo y forma de vida se alargarían mucho más.

Unas «políticas transversales por parte del Gobierno es lo que hace falta», insisten desde UPA, «porque todo se trata de una cadena de interdependencia donde, si falta ganado, el monte se llena de maleza y se propagan mejor los incendios». Por el momento, el sindicato a nivel nacional tiene entre manos un proyecto en fase experimental denominado Gelob para medir el grado de estrés del ganado. Este sistema detecta que el estrés aumenta en presencia del lobo y emite unos ultrasonidos para ahuyentarlo.

Fuente. nuevecuatrouno.com

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