A diferencia de lo que está pasando con las poblaciones de osos, de lobos y de buitres, cuyo aumento representa el éxito de los programas de recuperación de estas tres especies concretas,
el crecimiento del censo de jabalíes se está convirtiendo en un auténtico dolor de cabeza para la administración autonómica. Descontrolado,
el jabalí ha llegado a las calles de Santoña en el sentido literal y a la sede del Parlamento en el figurado. «Es un problema que está afectando a toda España», afirma el director general de Medio Natural, Antonio Lucio.Basta con echar un vistazo a los periódicos de otras comunidades para comprobar que dice la verdad. ‘La guerrilla del jabalí cerca Oviedo’, ‘Cinco jabalíes campan a sus anchas por las calles de Donostia’, ‘Los jabalíes asaltan Barcelona buscando la comida para los gatos’, ‘Una «plaga» de 40.000 jabalíes invade Madrid’…
Claro que esto no es un consuelo. «Por eso en los últimos años hemos adoptado una serie de medidas para intentar reducir su presencia de una manera significativa», recalca el biólogo.
«El año pasado subimos el cupo de cinco a ocho piezas por cacería, estamos permitiendo batidas prácticamente todos los fines de semana, jornadas perreos para que mover a los jabalíes de lugares determinados, cacerías sin cupo, cacerías extraordinarias…».
Todo esto anterior para evitar que los suidos se pongan a pasear por los lugares más insospechados. Por Loredo, por Miengo, por Santoña, «por algunos lugares en los que resulta muy difícil intervenir porque son zonas de seguridad», como el monte Buciero santoñés, donde la Consejería intenta mantener el control de la población a base de aguardos.
«No se puede hacer nada más», se resigna Lucio, que el año pasado tramitó 375 expedientes por daños en la Reserva del Saja por un valor de 83.000 euros.
En esa línea, el presidente de la Federación Cántabra de Caza, Ignacio Valle, reconoce que la única manera de poner coto al jabalí es aumentar las batidas.
«El jabalí está controlado en las zonas de caza porque, por suerte, las cuadrillas de caza en Cantabria son muy efectivas», explica Valle, que aboga por incidir más todavía en esos otros lugares en los que su presencia entraña mayor peligro. «Las medidas no están dando muchos resultados, pero no hay otras, de manera que todo depende de la intensidad que la Consejería quiera darle», concluye.
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