No tienen miedo a las rocas, ni al vacío. Ni tampoco, según parece, a la aventura. Los sarrios han decidido brincar desde las escarpadas aristas de Larra y Ezkaurre, en el alto Roncal, hasta Lakartxela y, desde allí, en un nuevo salto, ensanchar sus dominios hacia el oeste conquistando una nueva frontera: el macizo de Ori.
Este pico, situado ya en la cabecera del valle de Salazar, es conocido por ser el primer dosmil de la cordillera y a partir de ahora lo será también por marcar el límite de la distribución occidental del sarrio pirenaico o rebeco.
En los conteos de esta especie que realiza cada año el guarderío de Medio Ambiente ya se detectó en 2009 la presencia de varias familias en el macizo de Ori. Dichos ejemplares han vuelto a ser avistados, al menos en número de 17, en el censo de este otoño lo que, a juicio de los responsables del Gobierno foral, «confirma que la especie se está asentando en este macizo». Entre los ejemplares avistados hay hembras con crías y algún macho, y se desplazan tanto por territorio navarro como por la vertiente francesa.
Desde hace 40 años
Los sarrios están recuperando un territorio que ya habían poblado antes, pues existen citas de su presencia en Abodi hasta hace unos 30-40 años. Siglos atrás se extendían incluso hasta la sierra de Aralar, pero la presión cinegética los relegó a las cumbres pirenaicas. Hoy se estima que en suelo navarro hay entre 350 y 500 ejemplares de sarrios, la mayoría de ellos localizados en la reserva de Larra y en Ezkaurre, en el extremo más oriental del Pirineo navarro. Sumados a los grupos de peña Forca, ya en la parte aragonesa, la población supera el millar.
La recuperación y expansión geográfica de esta especie en las dos últimas décadas se apoya en la menor presión cinegética y la creación de reservas de caza. Ya en 2002 se avistaron los primeros grupos de sarrios más allá de Larra, en el entorno de los montes Lakartxela y Otxogorrigañe. Estos lugares han servido a los sarrios de puente para alcanzar el techo salacenco.
Menos efectivos en 2010
La buena noticia, sin embargo, ocurre en un momento en el que se ha registrado una importante merma en el número de individuos de esta especie en Navarra. En dos años se han censado casi la mitad de los ejemplares debido a la enfermedad de la queratoconjuntivitis. Un virus que ataca los lacrimales de los sarrios y que pude derivar en la ceguera y posterior muerte del animal. Según datos del censo realizado por los guardas navarros y aragoneses en Ezkaurre y Larra-Peñaforca (gráfico adjunto) entre 2008 y 2009 se contabilizaron un millar de sarrios menos.
A pesar de este episodio epidémico, en el que suelen sobrevivir los más fuertes, los expertos creen que si se atiende a la evolución de las últimas décadas no es preocupante el estado de conservación del sarrio en el conjunto del Pirineo y, en concreto, en Navarra, donde, a principios de los 90, apenas había un centenar de sarrios.
El sarrio es una especie que en Navarra figura en el catálogo de especies amenazadas, por lo que está prohibida su caza. No obstante, desde hace unos años las asociaciones de cazadores han pedido que se levante dicha restricción y se permita su caza de manera controlada.