La petición es unánime: más cuota de verdel. Sin un cupo superior, la flota de bajura no puede subsistir y buena parte acabará desapareciendo. Se lo van a explicar por activa y por pasiva los pescadores de la región a la ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, con quien se reunirán esta tarde en Madrid acompañados del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla y del consejero de Desarrollo Rural, Jesús Oria. Con una asignación de 20.000 toneladas para todo el Cantábrico Noroeste, los barcos han despachado toda la costera tradicionalmente de más de dos meses en cuestión de días, quedando de nuevo al pairo y sin ningún tipo de ingresos.
«Saca bien la foto. De recuerdo, pues esta flota que veis, desaparece». A medio camino entre la pena y el enojo, el santoñés Salvador Fernández, armador y patrón del ‘Mar Caribe I’, reflejaba el sentir y la indignación del resto de armadores, patrones y tripulantes de la flota de artes menores de Cantabria. Si hace una semana fue la flota de la modalidad de cerco, ayer lo hizo la de anzuelo.
Más de setenta barcos de esta variedad se concentraron ayer en la bahía de Santander y amarraron durante toda la mañana en el muelle Calderón para protestar por el cierre de la pesquería, reivindicar una cuota superior y denunciar la precaria situación en la que se encuentra la flota.
Con el reparto de las 20.000 toneladas de verdel o caballa para toda la flota del Cantábrico (un TAC de 24.400 toneladas, al que se ha descontado 4.500 toneladas debido a la sanción que impuso europea por sobrepasar el cupo de 2010), las distintas modalidades han cubierto la costera en un abrir y cerrar de ojos. Los de cerco -con mayor capacidad de captura-, en seis días de faena. Los de anzuelo, en trece días.
«Antes íbamos con la costera hasta mayo. Este año no nos ha durado ni dos semanas. Esta flota está perdida», sentenciaba Fernández. «Y no quiero pensar que la costera del bonito venga floja. Como falle, daré el barco a Botín». Y es que la flota de anzuelo, a diferencia de la de cerco, sólo tiene dos grandes pesquerías al cabo del año: verdel y bonito, que se convierten en los pilares casi exclusivos de su economía. Los de cerco, en los que se pueden armar otros aparejos de pesca, cuentan, además, con la costera del bocarte, quizá la más rentable de todas ella.
«Esto es insostenible. Con doce días de marea no se puede soportar», comentaba otro armador, Gabriel Fuentes, del ‘Concepción Madre’, sobre la situación de la flota aún a pese de que la mar, dice , está llena de verdeles. Reivindican una buena solución, «aunque sea para el año que viene», petición que pasa por obtener una cuota mayor «o por lo menos, poder faenar más tiempo. Incluso con menor cuota. Lo importante es tener el barco en activo, no amarrado», sostiene este armador.