Luis Eusebio Fidalgo Álvarez (Trobajo del Camino-León, 1958) es profesor de la Facultad de Veterinaria de Santiago. El sábado se encargó del control de la última edición del Campeonato de España de Becadas, que se celebró en la parroquia de Valenza, en Coristanco.
-¿Qué hace un veterinario en una competición de este tipo?
-Dos cosas básicamente. Por un lado está para asegurar que efectivamente todos los ejemplares corresponden a la especie en cuestión, para lo que no sería necesario un veterinario, y para garantizar que las piezas han sido realmente cazadas en el transcurso de la prueba. Se trata de comprobar que presentan lesiones y alteraciones compatibles con la caza y que la muerte se ha producido en las últimas tres horas.
-¿Hacen trampa los cazadores?
-Se ha dado algún caso. No con las arceas o becadas, pero sí con otras especies. Algunas veces ha habido algún colaborador, entre comillas, del cazador que ha dejado en algún punto determinado unas piezas cazadas días antes. De todos modos, si hay deportistas serios estos están en el mundo cinegético.
-¿De dónde vienen las becadas?
-Del centro de Europa y de la Estepa siberiana, aunque hay pequeñas poblaciones en la cornisa cantábrica. Este año ha habido buena entrada debido al temporal del norte de Europa. Este año han venido un poquito antes.
-¿Hasta cuándo se pueden cazar?
-Hasta el 6 de febrero en las zonas autorizadas. La Costa da Morte está dentro de ellas.
-¿Son difíciles de capturar?
-Sí. La caza de la becada requiere perros muy entrenados y un cazador en buena forma física. Estas aves están en medio del monte, en zonas de ganadería extensiva y hay que caminar mucho. Al final del día, el cazador que ha levantado dos piezas puede irse contento para casa. Cobrar alguna pieza ya es mucho más complicado y requiere mucha suerte.