«Los embalses como el de Albina son casos perdidos. Están infestados de peces de fuera que han ido introduciendo los pescadores con los años». El pesimismo de Joseba Carreras, técnico de Biodiversidad de la Diputación de Álava, es el resultado de constatar que la presión de la pesca ha acabado finalmente con la vieja fauna piscícola local. Las clásicas loinas y los barbos del Zadorra apenas sobreviven en Ullíbarri y en Urrúnaga, donde aún se encuentran poblaciones reducidas en plena retirada.
Pero en Albina ya han desaparecido. Así queda reflejado en el último estudio sobre el censo de la ictiofauna del embalse, realizado por la empresa Ecohydros para la Confederación Hidrográfica del Ebro, y que se encuentra colgado en internet.
El embalse de Albina, que ocupa una extensión de 77 hectáreas, tiene 5,5 hectómetros cúbicos y sirve de reserva para el abastecimiento de Vitoria. Es un acotado de cangrejo rojo -otra especie introducida- para la Diputación y se usa para la pesca libre entre marzo y septiembre. Está considerado oligotrófico, es decir de escasos nutrientes, y de aguas claras.
La conclusión del estudio es clara. «No se obtuvo ninguna captura de las especies autóctonas que deberían existir, principalmente loinas, barbos y trucha común. Pero sí se han encontrado carpas, pez sol y tencas. Las dos primeras se consideran alóctonas, invasoras, y de la tercera se desconoce su origen». Según el informe elaborado por Agustín Monteoliva, Gonzalo Alonso de Santocildes, José Augusto Monteoliva y Carlos Oldani, la comunidad de peces está dominada en densidad por el pez sol y en biomasa por la carpa común, que alcanza grandes dimensiones. Con los métodos empleados en el muestreo, ecosondeos y redes científicas multipaño, se concluye que la densidad media de peces es de 5,47 individuos por mil metros cúbicos y unos 21.900 ejemplares. «En definitiva se trata de un embalse con densidades y biomasas de peces moderadas y una comunidad dominada completamente por especies introducidas, hecho que puede dificultar el alcanzar el objetivo de buen potencial ecológico», señala el infome.
El estudio recoge que «es posible la presencia del lucio, según las indicaciones de los guardas y de los pescadores locales. Esta especie, debido a su comportamiento de predador que permanece inmóvil, al acecho, durante largo períodos, suele ser difícil de capturar mediante redes y sus poblaciones, frecuentemente se infraestiman».
«Han sido los pescadores»
El mismo censo realizado con idénticas técnicas en los embalses de Ullíbarri y Urrunaga concluye que en estas lámina de agua aún perviven las especies autóctonas. Así, en el primero, junto a los abundantes alburno, carpa común y de espejos, lucio, peces sol y tenca, aparecen también el barbo y la loina, aunque con «poblaciones menguadas».
De la misma manera, en Ullíbarri se llama la atención sobre la ausencia de la trucha común -algo con lo que los pescadores discrepan- pero también sobre el buen estado de los barbos, un buen indicador de potencial ecológico en estos embalses y en menor medida de la loina.
Abunda, según el trabajo, el alburno, el pez sol y el lucio, una amenaza para los ciprínidos autóctonos, pero también para las especies exóticas introducidas.
¿Quién es el culpable de esta situación de clara desventaja de la ictiofauna local frente a los peces introducidos? Ramiro Asensio, biólogo durante muchísimos años de la Federación de Pesca, y ahora en paro tras la disolución de este organismo como empresa -se ha despedido a administrativos y guardas también- asegura que han sido los propios pescadores. «Desde la Administración nunca se ha fomentado la introducción de estos peces. ??nicamente la trucha arco iris de piscifactoría. Pero es lo que tenemos por el afán de pescar», señala.
La última noticia sobre estas introduciones es la aparición de siluros -pueden llegar a los dos metros- en el embalse de Sobrón.
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