Los perros son los mejores amigos del hombre y ayer demostraron ser, además, de lo más eficaces. Capaces de seguir el rastro de un jabalí varias horas después de su paso o de permanecer inmóviles cuando una codorniz alza el vuelo.
Los cazadores se reunieron ayer en Ayala para demostrar la capacidad de sus perros y pasar el día juntos aprovechando las fiestas de San Prudencio.
Los perros de rastro se dieron cita en las campas de Oleta, en Salmantón. Allí, una treintena de canes llegados de Asturias, Cantabria, Burgos y de todo el País Vasco, especialmente de Ayala, siguieron el rastro de un jabalí que había dejado su huella a las seis de la madrugada. «Cada perro va a atado con una cuerda de seis metros y sigue durante unos cien el rastro del jabalí. Puntuamos que no se salga del recorrido, que ladre??? hasta el estilo del montero que le acompaña», explicó el organizador Angel Otegi.
Gustavo Angulo es uno de los propietarios que participó ayer en las pruebas. «Entrenar a un perro de este tipo cuesta por lo menos dos temporadas de caza sacándolo todos los fines de semana porque su instinto natural es seguir al corzo, que tiene actividad durante el día».
Las razas más adecuadas para estas tareas son los sabuesos y grifones y los propietarios demandan la posibilidad de «cercar una parcela de terreno para enseñar a los perros en una zona acotada», explicó Angulo. Las dificultades para desarrollar esa actividad son enormes «porque los que vamos con perros en las batidas no podemos llevar escopeta, y a veces nos atacan los jabalíes». De hecho, son numerosos los canes que sufren ataques. Los propietarios también han optado, en muchos casos, por colocarles un localizador GPS «porque siguen el rastro durante kilómetros y a veces los pierdes durante varios días», añadió Otegi.
Perros de pluma
En las inmediaciones del Ayuntamiento de Respaldiza, otra veintena de ejemplares participó durante la mañana en un campeonato y exhibición de perros de muestra para caza de pluma. La mayoría eran setters. En esta ocasión, mostraron que son capaces de seguir el rastro de una codorniz en la campa delimitada por la prueba y «cuando la ‘levantan’ permanecen quietos mientras el cazador dispara».
También hicieron una demostración de cobro de las piezas a la orden de sus dueños. «Los concursos se hacen para mejorar la raza porque no todos los perros que cazan bien valen para la competición. Tienen que tener un estilo adecuado a su raza», explicaron Ismael Carro, de la organización, y Jesús Santos, jurado. En esta ocasión, todos los participantes eran del País Vasco.
La jornada incluyó una exhibición de cetrería por parte de los aficionados de Ayala. Los espectadores pudieron ver a siete águilas harri en plena faena e incluso sostenerlas en la mano.