La Associació de
Paranyers Apaval ofertará a partir del
próximo mes de enero escuelas de
parany en Vila-real, l’Alcora y
Càlig, con la intención de
mantener viva esta tradición, aunque
sea en las aulas, pese a que, en la
práctica, es un método
cinegético prohibido por la
Comisión Europea y tipificado como
delito en el Código Penal.
Precisamente las trabas legales que tiene
el parany actualmente y las vías que
se están abriendo por parte de la
asociación para legalizarlo forman
parte de las materias que se imparten durante
el curso. Una temática de la que se
encarga personalmente el presidente de
Apaval, Miguel Ángel Bayarri, quien
insiste en que encontrarán “la
forma de poder cazar con el parany”,
demostrarán que es “un
método selectivo”, y en ello
están trabajando intensamente, porque
creen en la “continuidad de una
tradición tan arraigada como
esta”. Una línea de trabajo que,
hoy por hoy, pasa por obtener los estudios
científicos suficientes para demostrar
que el parany es selectivo.
Además, en las escuelas
también participan biólogos,
ingenieros o abogados especializados en la
materia, que muestran a los alumnos
diferentes aspectos de este tradicional
método de caza.
La idea es que las clases se inicien a
principios de año y tengan una
duración aproximada de cuatro meses,
hasta mayo.
CREANDO CANTERA // Aunque la
experiencia de estas escuelas durante los
años anteriores pone de manifiesto que
son personas mayores, ya aficionadas, las que
acuden a las clases, Apaval confía en
convertir estos foros en nuevas canteras de
aficionados, más jóvenes, que
tomen el relevo generacional del
parany.
Hay que recordar que, como ya
publicó este periódico, en los
últimos dos meses, y pese a la
prohibición, Apaval ha aumentado los
socios. Unas 60 nuevas altas que son las
primeras de los últimos 12 años,
durante los que la tendencia ha sido a la baja.
La mayoría es de Castellón,
“la máquina que mueve el
parany”, según Bayarri, que
cifra en cerca de 2.400 los socios que tiene
actualmente, más de un 60% de
Castellón.
Una cifra que dista mucho de la alcanzada
en los mejores tiempos de esta
asociación de paranyers, con
años en los que se superaron los 5.000
socios. Más del doble de los que tiene
actualmente. “La prohibición, y
sobre todo la tipificación como delito
de la caza con parany, ha perjudicado mucho a
la asociación, que ha ido perdiendo
miembros gradualmente por el miedo a
enfrentarse a penas tan duras”, explica
Bayarri.