«El furtivo de ahora no
caza para comer como antes. Sino que utiliza
binoculares de visión nocturna y miras
telescópicas, que son piezas
profesionales bastante caras. El furtivo de
ahora está mal visto por los otros
cazadores, ya que atenta contras los derechos
de los demás». Así se
pronunció ayer Juan Quiles,
expresidente de la Federación
Valenciana de Caza, al ser consultado por el
presunto aumento de la presencia de cazadores
al margen de la ley durante la crisis
económica.
Aunque parece que el fenómeno
sí se da en otras partes de
España donde la caza mayor
está más generalizada, todo
apunta a que la montería ilegal tiene
escasos seguidores en la C. Valenciana en la
actualidad. Quiles comentó que
«como mucho habrá 300 o 400
furtivos en nuestra autonomía.
Además, está gente suele
viajar a otras regiones y realizar estas
prácticas ilegales lejos de su lugar de
residencia».
Aunque residual, sí se dan algunas
infracciones en los cotos valencianos. Los
cazadores estiman que el Seprona interpone
cerca de 300 denuncias al año por
incumplimientos de la Ley de Caza en
Castelló, Valencia y Alicante. La
mayoría están relacionadas con
prácticas ilegales. Y es que en los
últimos años se han registrado
una notable presencia de monteros
ocasionales, aquellos que no renuevan su
licencia y destinan las piezas que cosechan a
consumo propio y/o las regalan a sus amigos y
conocidos.
El desplome en las licencias y las
dificultades económicas sufridas por la
crisis han sido claves en esta
situación.
Los registros oficiales de la Generalitat
confirman que los permisos expedidos han
caído más de un 50 % durante
los últimos 13 años: han pasado
de las 113.999 licencias del ejercicio 1990 a las
51.228 de hace dos años.
La recesión también ha
favorecido la aparición de este tipo de
prácticas. Eso sí, los cazadores
diferencian entre el furtivo con equipamiento
especializado y aquel que se cobra unas pocas
piezas al año. Incluso, apuntan que hay
gente con licencia que a veces caza de forma
ilegal.
«La gente que caza es para luego
hacer una paella. Yo lo suelo dar casi todo.
Nunca me he encontrado con un furtivo,
aunque sí he visto a algunas
compañeros con licencia realizar
maniobras que no están
permitidas». El que habla es un cazador
de amplia experiencia, que no quiere ser
identificado. Las trampas para jabalíes
-se cava un hoyo y se llena con
alquitrán o sustancias parecidas para
que los animales se acerquen y revuelquen- o
la caza con hurones son de las más
extendidas.