Cerca de veinte baserritarras de
Zaramillo, Güeñes, Alonsotegi y
Barakaldo están sufriendo las
consecuencias de los ataques de cerca de 40
jabalíes que habitan en libertad en este
entorno.
Los baserritarras trasladaron ayer a DEIA
su preocupación por estos reiterados
ataques ante los que han sucumbido
“sin que las medidas que adopta la
administración, entre ellas algunas
batidas controladas, hayan tenido
ningún resultado por el
momento”. En este sentido los
afectados por la acción de estos
animales salvaje, catalogados como una
“plaga”, consideran que el futuro
pasa por una mayor implicación
institucional en el control de esta
problemática. Por ello, destacan los
baserritarras de la zona afectada por los
ataques de los jabalíes que la
mayoría de los responsables de las
propiedades afectadas “tienen licencia
de caza” por lo que reclaman de la
institución foral una “batida
especial” para combatir a estos
animales”. Los jabalíes
destruyen maizales, huertas con vainas,
calabazas o remolachas, pimientos “o lo
que pillen”, reseña Aitor
Múgica uno de los baserritarras
afectados. “No vemos imposible que la
institución foral nos habilite para poder
combatir con esta plaga en nuestras propias
fincas”, destaca.
ESPERA Para los baserritarras afectados
por la acción del jabalí,
estimado en cerca de 3.000 metros cuadrados
de “mancha” entre Zaramillo y
Barakaldo, las medidas que exige la
Diputación foral para combatir
“llega tarde” ya que las esperas
en el monte y las batidas solo pueden hacerse
en domingo a pesar de que “los
animales hayan hollado la huerta y el prado un
lunes”, reseña Múgica
quien ha tenido a los jabalíes a escasos
cinco metros de su caserío barakaldarra
de Basatxu. “Para nosotros es una
pérdida de tiempo solicitar una espera
nocturna” porque “entre la
solicitud, la concesión de la espera, la
llegada del cazador, los jabalíes se han
desplazado ya que aunque encaman en sitios
concretos, sus movimientos son
impredecibles”. En este sentido,
Múgica recuerda que en los
últimos años la acción de
los jabalíes ha supuesto afecciones
incluso a parte de la valla de la autopista
Supersur. “Levantan las vallas y crean
pasos por los que luego se pueden colar
animales de granja que están sueltos
en el monte”, destaca Múgica,
quien reconoce que la orografía del
terreno donde se mueven estos animales hace
muy dificultoso su control y captura”.
Junto a la demanda de medidas de control de
esta plaga, los baserritarras reclaman de la
administración una revisión de
las indemnizaciones por los daños que
causan en las heredades, huertas o prados.
“Suena a chiste que por cerca de 150
m2 de maizal, unas 3.000 plantas, unos 100
m2 de huerta donde se han cargado decenas
de plantas de remolacha o más de 80
m2 de prado que habrá que replantar,
te pagan 41 euros cuando solo en semillas me
he gastado 50 euros a los que hay que sumarle
el coste de plantación”, relata el
afectado.