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Berridos de amor en la sierra de Peñamayor

Son las siete y media
de la mañana y en la sierra
de Peñamayor aún
no ha amanecido. Sin embargo, es
época de celo para los
venados por lo que el silencio es
interrumpido a menudo por la
berrea, el característico
sonido que emiten los ciervos
machos durante su cortejo.

En la Peña del
Águila, en el límite
con Piloña, se escucha a los
primeros. Arsenio Pérez,
guarda, y Juan Corte, presidente
del coto de caza de Nava, calculan
que hay sobre cinco machos y
quince o veinte hembras. El sonido
se percibe claro y en cuanto llega
el alba, se van dejando ver
algunos ejemplares, aunque todos
ellos a lo lejos. «Por la
noche es más fácil
escucharlos, pero para quien
también quiera verlos
mientras berran el mejor momento
es el amanecer»,
explican. 

 

El peculiar ‘canto al amor’ de
los venados ocurre una vez al
año y puede prolongarse
durante todo el día, aunque
las condiciones del tiempo influyen.
«El viento del sur y el calor
que hace estos días hacen
que en cuanto es de día se
callen», apunta el guarda.
«Por el contrario –
añade Corte-, la monta de la
hembra es muy breve, similar a la
de los toros y las vacas».
Tanto, que es casi imposible
verla. 

 

Tras el cortejo, el macho
más fuerte se lleva al
harén de hembras.
«Las peleas entre
ejemplares son frecuentes, algunas
con final trágico, pero
también es muy
difícil encontrarte con
una», apunta Corte, que
reconoce que el principal enemigo
de estos animales es el
lobo. 

 

El período de celo dura
entre 20 y 25 días y la
última semana de
septiembre y la primera de octubre
son las más idóneas
para disfrutar de este
espectáculo de la
naturaleza. Por eso, desde la
Mancomunidad Comarca de la
Sidra, Ayuntamiento de Nava y
Agrupación de Cazadores
de Nava (Agrudeca) organizan
visitas gratuitas del 25 al 27 de
septiembre y del 2 al 4 de
octubre. 

 

El silencio,
imprescindible 

 

La excursión comienza
a las cuatro y media de la tarde y
tiene una duración
aproximada de tres horas y media.
«No garantizamos que se
escuche la berrea porque no es
una ciencia exacta, pero quien
venga sí que podrá
ver venados», garantiza
Corte. «Cuando berran ni
ven, ni oyen ni huelen, así
que son mucho más
accesibles»,
añade. 

 

Para observarlos, el silencio es
imprescindible, así como
buscar un buen sitio para
localizarlos -las paredes y las
cumbres-, llevar ropa y calzado
cómodo y unos
prismáticos. «Es una
experiencia muy interesante con el
añadido de que
además de la berrea se
puede disfrutar del paisaje
privilegiado de
Peñamayor», apunta
Corte. 

 

El presidente del coto de caza
calcula que, como mínimo,
existen unos 500 venados en el
concejo. Sin embargo, no son
propios de la sierra, en la que
fueron introducidos en 1961. En la
actualidad, todos los ejemplares
proceden de la misma familia, por
lo que Corte se muestra partidario
de introducir venados con diferente
sangre para regenerar la
especie. 

 

La ruta continúa y
desde El Caneyu se observan
varias hembras en El Cobayu.
También en La Llama
aparecen un macho, varias
hembras y una cría. Y de
camino de regreso a Nava, otro
macho se deja ver en La Cota.
«Es casi imposible venir y no
ver ninguno», reitera Corte.

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