Predecir lo que nos va a deparar en este momento la temporada codornicera es como una lotería, pero lo cierto es que las informaciones que nos llegan son buenas. Ya sé que es lo de siempre pero es lo que hay. El campo está esplendido de vegetación y a nada que caiga algún chaparrón las codornices se van a sujetar. La cosecha viene un par de semanas tardía y eso siempre es bueno.
Han criado bien y los avistamientos de los anilladores de la Federación Burgalesa han sido numerosos. Es tal el campazo que hay que los corzos que están de pie parece que estén tumbados, solo se les ven las orejas. Por el contrario se han perdido muchas puestas de perdiz a causa de las lluvias y es posible que estemos en la antesala de una temporada cuando menos preocupante.
Habrá que esperar que corten las mieses y observar el número de pollos que han visto la luz. En materia de caza la dicha nunca es perfecta. Cuando no es el agua son las cosechadoras, la predación, el pastoreo o el toro que mató a Manolete. Lo de los productos tóxicos del campo está encarrilado, nos hará falta tiempo para definirlo. Otra cosa son las cosechadoras.
Resulta ahora que matan el 50% de los pollos de perdiz, al menos es lo que se deduce de un estudio reciente. Y si no teníamos suficientes problemas, parece que el nuevo reglamento de armas -al cual de momento no tenemos acceso – viene acompañado de truenos y relámpagos. Ojalá me equivoque. Vamos a esperar a que nos citen -movimientos no han faltado para ello- y podamos exponer el sentir de los cazadores y del sector de fabricantes e importadores de armas deportivas. Mientras tanto a preparar el perro y los bártulos y disfrutar de una media veda entretenida. Falta nos hace.