El Ministerio del Interior acaba de hacer público el borrador del nuevo reglamento de armas, un proyecto polémico que los aficionados a las armas consideran demasiado restrictivo. Así, aseguran que el reglamento pone tantas trabas a la adquisición de un arma que los aficionados irán dejando el deporte. Sociedades de cazadores, armerías y otros colectivos como la Policía Local e incluso militares están redactando a toda prisa las alegaciones que presentarán al documento, porque el plazo concluye a finales de mes.
En Asturias están registradas 75.000 armas y existen 43.500 permisos operativos, sin incluir las armas de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Uno de los artículos más polémicos del borrador es el relativo a la prohibición de armas semiautomáticas -las más comunes- con cargadores móviles con capacidad para más de tres tiros. Aunque el Convenio de Berna ya limitaba a tres los cartuchos que puedan utilizarse para la caza (uno en la recamara y dos en el cargador), esta limitación no existía para otros fines deportivos. Las armerías consultadas por este periódico aseguran que esta prohibición supone inutilizar hasta el 60 por ciento de las armas existentes en Asturias. «Desde que se corrió la voz del reglamento, la venta de armas semiautomáticas ha caído en picado, en mi negocio, hasta el 80 por ciento», asegura Alfredo Trelles, responsable de una armería en Pola de Laviana.
Otro de los artículos polémicos es el relativo a la limitación a ocho del número de rifles permitidos. «Esto afectará más a los ricos, porque no es habitual que un cazador de a pie tenga tantas armas», explica José Manuel Rancaño, de la Asociación de Empresas Cinegéticas del Principado. Rancaño apunta que existe mucha desinformación sobre el borrador entre los cazadores y que mañana, miércoles, se reunirán las sociedades de caza para tratar de redactar unas alegaciones comunes. Aunque sí está de acuerdo con algún artículo del reglamento, porque cree que favorece el control del furtivismo, Rancaño considera que existe «una persecución total contra las armas» y que «si llegan a morir en accidente de caza tantas personas como mueren en accidentes de tráfico sería una guerra».
También resulta polémico el apartado relativo a la regularización de la compra y tenencia de réplicas de airsoft y paintball, las pistolas «de mentira» que disparan balines de plástico o bolas de pintura para simular peleas. Los ayuntamientos deberán autorizar la práctica de estos juegos y los portadores de las armas deberán tener licencia. El reglamento también endurece la tenencia de armas blancas. Así se amplía el concepto de navaja automática a aquélla que se monte de forma inmediata mediante un mecanismo de inercia, mecánico o de gravedad, considerándose ilegal toda aquella navaja que se pueda abrir con facilidad.
No sólo presentarán alegaciones al reglamento los armeros y los cazadores. La Asociación Profesional de Mandos y Directivos de Policía Local (Apropol) presentará alegaciones al considerar que el reglamento les discrimina al no permitirles tener el mismo número de armas que la Policía Nacional y la Guardia Civil. Además, la Asociación Unificada de Militares Españoles ha solicitado un cambio dentro del reglamento de armas para que a los soldados se les reconozca la licencia de armas A, como el resto de los miembros de las Fuerzas Armadas.