El miedo al contagio por los productos alimentarios contaminados con dioxinas en Alemania empieza a extenderse a otros países. Los gobiernos de Corea del Sur y Eslovaquia fueron los primeros en actuar y decidieron cerrar cautelarmente sus fronteras a la importación de huevos, leche y carne de cerdo procedentes de granjas alemanas, una medida calificada como «desproporcionada» por la Unión Europea. Sin embargo, uno de los países miembro, Italia también anunció ayer que ha reforzado los controles alimentarios para evitar que productos contaminados lleguen a su mercado.
El ministro de salud, Ferruccio Fazio, explicó que su país ha dispuesto dos filtros, uno en origen y otro ya en Italia, para determinar la eventual presencia de esta toxina en alimentos importados desde Alemania. Fazio tranquilizó a los ciudadanos afirmando que la situación está «controlada» ya que Italia ha comercializado una «cantidad limitada» de productos de los que, además, puede conocerse su procedencia gracias a su etiquetado.
Más drásticas han sido las medidas tomadas por Corea del Sur y Eslovaquia. El país asiático informó ayer a la Comisión Europea que suspende temporalmente las importaciones de carne de cerdo alemana. Bruselas intentará que el Ejecutivo surcoreano revise su posición, ya que la situación está «bajo control». Por su parte, Eslovaquia también ha prohibido la importación de productos germanos, en su caso, de carne avícola y huevos germanos.
La alarma saltó el viernes, cuando el Ministerio de Agricultura y Defensa del Consumidor alemán ordenó el cierre temporal de más de 4.700 granjas, la mayoría ubicadas en el estado de Baja Sajonia, tras constatar que los animales fueron alimentados con pienso contaminado con dioxina.
España, sin peligro
En el caso de España, todo apunta a que esta crisis no llegará a la península ibérica. La Agencia de Seguridad Alimentaria aseguró ayer que «hasta el momento, no ha existido distribución de productos alimenticios ni de piensos potencialmente contaminados en el territorio nacional».