Próxima a producirse la desveda de la codorniz -mañana-, el perro adquiere un protagonismo especial. A tal extremo que el nivel venatorio de su dueño suele condicionarse a la destreza del animal. «Dime qué perro tienes y te diré lo cazador que eres». Se las trae la preguntita. Y no alude precisamente a la raza o el precio del animal sino a la educación que el aficionado ha sabido transmitirle para la caza. Existen animales excepcionales que enseñan a cazar a muchos torpes deseados por los cotos de postín. Por el contrario, escopetas negras sobran. Al menos como tal se autodefinen con falsa modestia los desaforados en cuantificar piezas. ¡Pobres diablos! Ignoran que suscitan más rechazo que admiración.
El perro nace cazador y sus instintos primigenios se van adaptando con el tiempo a las exigencias de su dueño. Mientras tanto, en manos de algunos aficionados no harán más que correr de un lado para el otro levantando piezas de caza y dando lugar a que el dueño se desgañite vociferando como un energúmeno. ¡Menuda imagen! El cariño hacia el animal es imprescindible para que exista un entendimiento mutuo. Pocas sensaciones son comparables a las que produce vivir juntos los momentos difíciles y los más agradables de la caza; ver al animal temblar de cabeza a rabo paralizado por los efluvios que percibe hasta que salta la pieza; verle dejar las muestras rotas cuando se le demanda, obedeciendo con humildad de súbdito a señor. O descubrir en los ojos de nuestro compañero una mirada de reproche cuando se falla el tiro y la pieza escapa.
El lance que nos proporciona el perro de muestra constituye un espectáculo fascinante por su grandeza. Por eso debemos ser pacientes con los animales, sobre todo con los jóvenes. Entre el mundo de olores que captan cuando salen al campo, enseñémosles a diferenciar los que nos interesan. Recompensémosle con una palabra de aliento o una caricia el trabajo bien realizado. Y cuando esté bien adiestrado, dejémosle cazar a su aire, nos deleitará con todo su poder. Matando más o menos piezas no conseguiremos nada. Lo importante es salir a cazar disfrutando del perro y de todo el ritual que conlleva este arte. No es poco para el que sepa entenderlo.