La milenaria medicina china recomienda su uso para frenar la fiebre. En toda Asia aseguran que aumenta la lívido del varón, fomenta la fertilidad y que incluso acaba con la impotencia. Y últimamente se ha llegado a extender la creencia que hasta puede curar el cáncer. Pero lo cierto es que no está demostrado -ni parece demostrable- que el cuerno de rinoceronte tenga ningún tipo de propiedades curativas.
Son todo leyendas sin base científica que sólo sirven para convertirlos en artículos muy codiciados por los cazadores furtivos, que ven en ellos una segura fuente de ingresos debido al elevado precio (45.000 euros por un kilo) que mucha gente está dispuesta a pagar en el mercado negro. Según los datos oficiales, en lo que va de año ya han sido abatidos ilegalmente 279 ejemplares. Y eso que no hay nada en la composición de los cuernos que pueda sanar: la queratina es su principal ingrediente. Como el de las uñas y el pelo humano.
Para evitar esta sangría, el Gobierno de Sudáfrica parece dispuesto a tomar medidas drásticas y cortar por lo sano: se plantea dejar a los rinocerontes sin su cuerno. Radical. Sin él, los cazadores perderían todo su interés por este mamífero. Vivirían sin cuerno, pero vivirían. «Estamos trabajando con un grupo de veterinarios para determinar la mejor manera de eliminarlo (el cuerno)», ha asegurado la ministra sudafricana de Medio Ambiente, Edna Molewa. «Habrá que determinar si esa medida supondrá un cambio en la conducta en los animales», ha puntualizado.
Esta medida tan tremendista iría también acompañada de otras acciones, como establecer una moratoria en las licencias de caza. Pero ninguna de las dos propuestas cuenta con el beneplácito de la sociedad sudafricana, que ve en ellas un riesgo para la economía local. Si se limita la captura de rinocerontes, creen que disminuirá el turismo de caza deportiva, un negocio muy lucrativo en algunos puntos del país.
Sea cual sea la decisión, las autoridades tienen claro que deben hacer algo para preservar el futuro de esta especie. Varios informes coinciden en afirmar que, con el ritmo actual de muertes, en un plazo de veinte años podría desaparecer de su hábitat natural, un peligro que también se cierne sobre los elefantes -el marfil de sus colmillos sigue desatando la codicia de cazadores ilegales-. Sólo se podrían contemplar ejemplares en los zoológicos para uso y disfrute de turistas y familias con niños, y en parques naturales en los que se finge su libertad.
El futuro dirá si la supresión del cuerno supone algún cambio en la conducta de los rinocerontes, y cómo será su apariencia física sin su carismático apéndice. Aunque igual no hará falta la intervención humana para llevarlo a cabo. Un informe redactado en 2005 ya desveló que comenzaban a nacer elefantes sin colmillos, fruto de una evolución natural pero forzada -sabia Naturaleza- para evitar estar en el punto de mira de los fusiles de la avaricia.