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Crisis en la caza por la caída de licencias y la presión legal para regular la actividad

126.000 cazadores de Castilla y León dijeron este domingo adiós a las armas hasta que, el próximo mes de agosto, vuelva a levantarse el telón de la veda para la campaña de la codorniz.

Son todavía muchos, el colectivo más numeroso de la Comunidad entre los que comparten una misma afición, con permiso de los amantes del fútbol, pero son 18.000 menos que hace seis años.

La falta de ‘relevo generacional’ en una sociedad cada vez más proteccionista, con una conciencia medioambiental más arraigada, y las, cada vez mayores, exigencias para la práctica de la caza, explican en parte la caída de las licencias. Pero no son las únicas razones.

La que terminó el 30 de enero ha sido una campaña irregular, marcada una vez más por la impredecible evolución de las especies cinegéticas de caza menor, perdiz, liebre y conejo, sobre todo. Una situación que empieza a ser la norma y que, de no cambiar mucho las cosas, augura más estrecheces en los próximos años para los cazadores que resistan: horas de caminata por el campo con la escopeta al hombro, de paseo. Y es que, como los cazadores, las especies cinegéticas, salvo la excepción de ese buen año que, sin saber muy bien por qué, se da cada cierto tiempo, están a la baja.

No son pocos los que consideran un milagro que todavía queden perdices en el campo. En su libro ‘Aventuras y desventuras de un cazador a rabo’, un diario de campo de las temporadas 1971-72, el cazador-escritor Miguel Delibes ya aventuraba hace cuarenta años que este momento llegaría. La perdiz sobrevive mal que bien, el conejo, machado por la mixomatosis y el virus hemorrágico, combina años de escasez con otros de sorprendente abundancia y la liebre, la más castigada, se mantiene a duras penas.

La caza, esa actividad que acompaña al hombre desde sus orígenes, antes como método de supervivencia y ahora como práctica entre el ocio y el deporte, está en crisis y los cazadores lo saben. «Llevo más de cuarenta años en esto, pero es ahora cuando la caza atraviesa por uno de los momentos más difíciles», afirma el presidente de la Federación de Caza de Castilla y León, Santiago Iturmendi.

Para este avezado cazador burgalés, uno de los peligros para el futuro de la caza como práctica generalizada está en la ‘presión’ de los seguros, que obligan a pagar los daños que provocan en la agricultura las especies cinegéticas «y que repercute en los titulares de los cotos».

La última medida que ha soliviantado al colectivo cazador es el proyecto de reglamento de armas que tiene entre manos el Gobierno, «un ataque frontal a la caza deportiva», afirma Iturmendi. Tras señalar que, de mantenerse en los términos que se conocen, será «el más restrictivo de Europa», Iturmendi prevé la ilegalización de 200.000 armas sólo en Castilla y León.

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Redacción periódico digital Desveda #caza #pesca #tirodeportivo #rural #naturaleza

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