Los tecores de caza están
siendo sancionados por una ley
autonómica que obliga a retirar los
carteles de los árboles. Por cada uno,
60 euros de multa.
Hace trece años, la Xunta
salió en defensa de los árboles
autóctonos con una nueva ley. Aquella
orden del día 23 de julio del 2002
prohibía colocar pintadas y
señales en los árboles, como si
de una pared se tratase. Aquella norma
obligaba a la retirada de las tablillas que
anunciaban los tecores de caza que se
repartían por la flora de Galicia, si bien
mayoritariamente los cazadores elegían
eucaliptos, especie no autóctona, para
ubicar estas señales. Como ocurre en
tantas ocasiones, durante una década
la normativa fue un texto muerto y las
tablillas continuaron conviviendo con la flora
clavadas en los árboles.
Pero desde hace tres años, en pleno
fragor de la crisis económica, la norma
se ha reactivado -empujada por la Lei de Caza
del 2013, en cuyo artículo quinto
recoge la prohibición de colocar
señales en los árboles-, y sus
consecuencias se han hecho efectivas. Los
responsables de los cotos han recibido la visita
de agentes de la Policía
Autonómica conminándoles a
retirar las tablillas.
Los agentes localizaban las piezas
infractoras y daban aviso a los propietarios de
las fincas que, generalmente, se libran de la
multa (60 euros por tablilla) si acuden a las
dependencias administrativas con la prueba del
delito. Pero algunos presidentes de tecores se
han encontrado con situaciones
esperpénticas tras recibir la amenaza
de la multa. En Irixoa, el presidente del tecor,
Xosé Manuel Golpe Acuña,
comienza a tomarse con paciencia la
localización de estas tablas una vez
que recibe la denuncia. «As coordenadas
que envían da Consellería de
Medio Ambiente son de UTM, e témolas
que traducir para o GPS… e aínda
así moitas veces non damos con
elas», explica. Menos aún
cuando hace dos meses descubrieron que la
tablilla infractora ya no estaba. Ni ella, ni el
árbol que la sostenía ni el resto
de bosque. «Acababan de talar»,
recuerda Golpe Acuña, quien tuvo que
redactar un escrito explicando la
situación y por qué no
podían llevar la tablilla a los
despachos.
Pago
Algo parecido ya le había ocurrido
a Eugenio Martínez, presidente del
tecor San Martín (Vilasantar, Curtis y
Sobrado) quien acabó pagando la
multa. «Me multaron porque la dichosa
tablilla no apareció», explica
este octogenario que, reconoce, prefirió
pagar los 60 euros «para que me
dejaran de marear». Asegura que la
colaboración de la
Administración no fue todo lo buena
que necesitaba. «Una vez que no dimos
con la tablilla, el policía que me
multó dijo que me llamaría a
los dos días para decirme el sitio
exacto, porque esa es otra, se habían
equivocado de carretera, pero aún
estoy esperando su llamada», se queja
Eugenio.
¿Y quién multa a la Xunta?
Mientras la Xunta ordena la retirada de
placas en los árboles, el propio
organismo autonómico es propietario
de algunas de las placas que invaden la
vegetación autóctona.