¿La caza es un deporte? Esa es una pregunta a la que pocos se atreven responder y algo sobre lo que casi nadie se pone de acuerdo cuando escucha una respuesta. Si el deporte es una actividad física cuya práctica requiere entrenamiento, sujeción a unas normas y enfrentamiento con un rival, entonces la caza no es un deporte. Pero si se entiende el deporte como recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común, al aire libre, entonces la caza sin duda lo es.
En Cangas de Onís tienen residencia dos cazadores, Ángel Blanco y Bautista Sánchez, que llevan bastante más de medio siglo practicando la caza por placer y diversión. Ellos son el mejor ejemplo para explicar la actividad venatoria como un pasatiempo. Y el pasado sábado conseguían tumbar un par de verracos en el lote de Teleña.
Ángel Blanco ‘Angelín’ regentó durante 45 años una tienda llamada ‘La Moda’, donde «se vendía de todo», explica. Nació hace 91 años en Arenas de Parres y sacó su primera licencia de caza «en 1936». En grupo «con cinco amigos» se dedicaba a perseguir «jabalíes, corzos y liebres», porque nunca fue amante de la pluma. Ahora acude al monte con un rifle San Bárbara 270 y unas pocas balas: «Si tiro con arte, pienso que con cuatro balas tengo bastante», concluye.
Bautista Sánchez tiene 80 años y se inició en la actividad venatoria en 1946, formando palomilla con cazadores cangueses hoy desaparecidos: «Erasmo, el médico; Felipón, el de Cañu; Alejandro Busquet y Ángel Foyo». A partir de 1957 asumió la gestión de aquel grupo de míticos cazadores que paseó el nombre de Cangas por los mejores montes de la comarca. ??l sabe que «un cazador nunca se jubila».