No es un deporte de alto riesgo,
pero tampoco para tomárselo a la
ligera. Una bala que hace impacto a
más de un kilómetro en una
zona vital puede acabar con la vida de una
persona. Un perdigón de un cartucho de
caza a menos de cien metros es capaz de
lesionar un ojo.
Este fin de semana, y en menos de 24
horas, las estadísticas se han dado la
vuelta en Andalucía. Dos muertos. El
primero ocurrió en Córdoba. Un
hombre falleció al filo de la
medianoche del sábado al domingo tras
recibir un disparo en una cacería que se
estaba celebrando en una finca ubicada entre
Córdoba y Villarubia. La persona
fallecida es un hombre de 48 años y el
detenido –y luego puesto en
libertad–, la persona que explicó
que se le había escapado el
disparo.
Cazaban jabalíes
El mismo modus operandi que el accidente
de Darro, en Granada, donde un hombre de 57
años falleció al recibir al parecer
de forma accidental el disparo de un amigo,
que juntos cazaban jabalíes en el
paraje de «Los Quemaos». La
Guardia Civil detalló que practicaban la
disciplina denominada «aguardo».
En esta modalidad, autorizada en
determinados cotos, el cazador suele acechar a
la pieza, para disparar sobre ella desde un
puesto o apostadero. En este tipo de
cacerías nocturnas suele acordarse
además entre los participantes
cuándo y cómo se pone fin a la
cacería para evitar confusiones o
accidentes.
Según el Instituto armado, los dos
implicados llegaron al paraje poco antes de la
puesta sol y se colocaron cada uno de ellos en
un puesto separado unos 500 metros. Sobre
las once de la noche, un cazador
decidió dejar su puesto e ir a buscar
–al parecer sin avisar– a su
compañero, quien pudo confundir los
movimientos del primero entre unas ramas con
los de un posible jabalí que se
encontraría a unos 28 metros de su
puesto y decidió disparar. El hombre
recibió una sola bala en el abdomen y,
aunque su amigo intentó pedir auxilio
para evitar su muerte, el lugar donde se
encontraba el vehículo y el
móvil para poder avisar a los servicios
de emergencia se encontraba a un
kilómetro de distancia.
Los accidentes mortales de caza no son
muy comunes en España. Teniendo en
cuenta que hay alrededor de un millón
de cazadores y que cada año se
disparan aproximadamente tres millones de
balas y 150 millones de cartuchos, la media
suele estar en torno a la media docena,
según las compañías
aseguradoras del sector. Dentro de estos, el 70
por ciento son por fallos propios del cazador
con sus armas y el resto por disparos fortuitos
a otros. Aquí no se incluyen otras
causas como accidentes in ítinere o
muertes naturales durante la cacería.