Ya es historia. La temporada de caza menor 2011-2012 ya está prendida en la percha de la memoria. Sobre la besana de una campaña larga cuelga una percha con los lances más sobresalientes. En conjunto, el ejercicio no ha sido para enmarcar, ni por lo bueno ni por lo malo. El balance vuelve a confirmar que los cotos bien gestionados dan piezas, los que no, se agotaron antes de Navidades. Como viene ocurriendo en los últimos años.
«La campaña ha sido bastante buena, mejor en perdiz, pero en liebre también ha sido positiva, se nota una recuperación de la especie tras los problemas habidos como consecuencia del tratamiento contra el topillo; en general, no nos podemos quejar». El presidente de la Delegación de Caza, José Antonio Prada, se muestra satisfecho con los resultados. ¿El secreto? «Que la crianza fue buena y que cada vez más los cazadores se preocupan por la caza y por mantener activa una política permanente de conservación de especies».
El tiempo ha jugado en favor de las especies cinegéticas, aunque con la «mancha» de la falta de lluvias. Llovió muy poco en otoño, aunque las primeras precipitaciones llegaron cuatro días antes de que se abriera el cazadero, lo que evitó una masacre de perdices. La mayor abundancia de lluvias se dio en noviembre. Varias borrascas coincidieron en domingo lo que acortó las jornadas cinegéticas.
El calendario también se portó con las especies cazables. Las fiestas de Navidad y Año Nuevo coincidieron en domingo. En esas fechas tradicionalmente se reduce el número de aficionados que salen al campo, y los cotos que abren el calendario también a las fiestas, tuvieron dos jornadas cinegéticas menos.
Enero ha sido el mes de las nieblas. Casi una veintena de jornadas ha acumulado la provincia con escasa visibilidad, lo que también ha reducido la presencia de aficionados en los distintos cazaderos zamoranos y, por tanto, ha disminuido el número de piezas abatidas.
A todo lo dicho se acumula en favor del mantenimiento de las especies, que cada vez son más los cotos zamoranos que retrasan la apertura de la campaña. Y también aumentan las sociedades que cierran el ejercicio antes de lo que fija la Junta de Castilla y León o, al menos, prohiben abatir determinadas especies, como ha ocurrido este año en Toro y en algunos cotos de la comarca de Tierra del Vino.
Tomás Yanes, veterinario y gestor cinegético que controla varios cotos en la comarca de Benavente-Los Valles, está muy satisfecho con el balance obtenido. «Ha sido un año bueno de perdiz, el mejor desde 2007, se ha cazado la «patirroja» del año, algo que no había ocurrido en las últimas temporadas».
Para Yanes, el año también ha sido «aceptable» en liebre. «Ha habido movimiento de «rabonas» en diciembre y enero desde las zonas altas a las bajas, en nuestros cotos lo hemos notado mucho, empezamos mal, pero hemos acabado muy bien».
En general, las poblaciones de conejo continúan aumentando y, en algunas comarcas, la abundancia de este animal se ha convertido en una auténtica plaga, lo que hace que muchos cotos ya estén preparando la solicitud de descastes parciales para controlar las poblaciones.
La caza del conejo se está convirtiendo en la base de la actividad cinegética en la provincia y eso empieza a notarse hasta en el censo de perros, que está cambiando en favor de los canes especializados en la caza del mamífero lagomorfo.
La caza de palomas torcaces se ha acortado en la provincia y se mantiene estable la de otras especies como los patos. La de becadas apenas tiene significación por la escasez de este ave.
Tomás Yanes asegura que la visión del cazador está cambiando. «Cada vez son más los cotos que fijan normas propias, con restricciones en horarios y número de piezas; también se abre la campaña más tarde y se cierra antes; empieza a triunfar la sensibilidad de que es necesario hacer gestión cinegética; es muy importante la precampaña y también la poscampaña, en eso estamos nosotros ahora evaluando las poblaciones para saber lo que tenemos que hacer».
La Federación de Castilla y León recomendó a los cotos posponer la apertura de la veda, ya que la sequía, según se dijo entonces, hacía más vulnerables a algunas especies, después de que la Junta mantuviera el calendario de apertura previsto.
La caza menor se cerró el domingo pero la mayor todavía permanecerá abierta hasta el próximo 19 de febrero. El balance hasta el momento «no es malo», según José Antonio Prada. La falta de comida en las sierras, ha obligado a algunas especies a bajar a zonas de cultivos.
Un 90% del territorio de Castilla y León, cerca de ocho millones y medio de hectáreas, es, según informa Efe, zona de caza y cada año son abatidas alrededor de millón y medio de piezas de caza menor y 27.000 de caza mayor.
La caza mueve unos 150 millones de euros al año en Castilla y León y genera cerca de 1.200 empleos, según datos que maneja la Junta de Castilla y León.
En Zamora son más de 10.000 personas las que siguen practicando este deporte. En la provincia no hay cotos sociales, lo que impide un mayor aprovechamiento de la venatoria como actividad generadora de riqueza y empleo.
En la campaña que se acaba de cerrar, el campeonato provincial de caza con perro tuvo que celebrarse en un pueblo de Valladolid por falta de cotos sociales en la provincia.